NEON GENESIS EVANGELION: se nos olvidó aquella lección.

Evangelion no está hecha para gustar. Después de años revisiónandola, debatiéndola con amigos (y enemigos), leyendo sobre ella o simplemente teniéndola en la cabeza como lo que es, la gran obra maestra de la animación japonesa de la década de los ‘90 y del anime en general. Aquella que supuso una inflexión, un cambio en la forma de concebir el anime, la que nos rompió los esquemas, la que… tantas cosas que ríete de los títulos de la Khaleesi. Y, sin embargo, después de tanto tiempo, y reconociendo no sólo yo, sino gran parte de la gente con la que hablo sobre Neon Genesis Evangelion, que no acabamos de entender la serie, me doy cuenta de que se nos ha olvidado la lección que este anime quiso darnos.

De entrada, a pocos capítulos, nos dimos cuenta de que iba a ser una serie diferente. No tanto por su argumento, que parecía tratar una vez más sobre adolescentes subidos en mechas salvando el mundo, sino por el carácter y personalidad de los personajes, tanto protagonistas como secundarios.
Todos eran personajes traumatizados, marcados por su pasado y sin esa valentía para afrontar sus problemas tan típica de los animes. Gendo no superó la muerte de su mujer, Asuka no soportaba que su madre la tratara como una muñeca, Ritsuka no supera los celos que siente por su madre, Misato sigue recordando la muerte de sus padres, Rei sigue sufriendo de una falta de empatía brutal…. Al final, encontramos que Shinji, el miedoso, inseguro y cobarde Shinji, es el que menos traumas tiene y, aun así, no queremos identificarnos con él. Su personalidad refleja lo que los japoneses son, no lo que querrían ser y, ¿quién quiere como modelo a seguir alguien así?

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Evangelion estaba concebido para engañarte durante los primeros capítulos ayudándote a empatizar con sus personajes, para después encargarse de retorcerlos hasta tal punto que dejan de ser los arquetipos del anime para convertirse en auténticos casos de estudio psicológico.

No existe dentro de ellos esa valentía que aquel Caballero de la Armadura Oxidada quería demostrar con tanto ahínco. Aquí los personajes no son fuertes y decididos y eso chocó con enorme fuerza en 1995, año en que el anime era completamente diferente a lo que mostró Evangelion, donde los personajes no estaban rotos desde el principio, donde no existían Shinjis que huyeran, donde todo el mundo quería salvar a la humanidad, donde los finales no eran deprimentes y desesperanzadores.

Deberíamos haber empatizado con estos personajes tan realistas (dado que nosotros también somos, como ellos, contradictorios, confusos, inseguros, etc) pero, ¿quién quiere esos protagonistas para una serie que va de salvar el mundo?

No, Evangelion decididamente no estaba hecha para gustar (excepto quizás la parte de los mechas, claro) y seguro que cuando Gainax y su director, Hideaki Anno, apostaron, con su empresa al borde de la quiebra, que ni dinero tenían para grabar, por un final diferente, debieron pensar muy seriamente en ello.

El anime nos ofrece con su final un nuevo comienzo, un nuevo Edén que resulta ser un mundo postapocalíptico donde los supervivientes están bien jodidos. Sí, los 12 ángeles podrían haber sido derrotados y el mundo salvado, pero Gainax quiso dar una lección, rematando una serie con una carga filosófica, religiosa y metafórica de colosales magnitudes que requería de un final de igual dimensión.

Ahí, precisamente, se haya la valentía del anime y el verdadero secreto de su éxito. Muy pocos animes han decidido arriesgar de este modo. Y menos cuando los personajes genéricos siguen triunfando, ¿verdad?

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Y, sin embargo, ¿qué hemos hecho ahora para igualar a Evangelion? ¿Es que acaso se nos ha olvidado la lección que quiso darnos? El mundo de la animación no ha llegado a aprender lo que nos quiso enseñar Evangelion. No se trata ya sólo de que nadie se atreva a arriesgar como lo hizo Evangelion, sino que las lecciones que nos ofreció se nos han olvidado. Porque al final, es una serie que va de que lo hemos hecho tan mal que lo único que podemos hacer es empezar de nuevo. ¿Premonitorio? ¿Escalofriante? Y muchos más apelativos podríamos poner, sin duda, pero lo que me viene a la cabeza, y la razón de ser de este artículo es una sencilla frase: ¡maldito seas, ser humano, es que no aprendes!

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II

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