BLUE GIANT: una declaración de amor al jazz.

Como siempre que se trata de anime, aquí en España todo llega tarde. Blue Giant se estrenó en 2023 y a los cines españoles acaba de llegar. Y lo ha hecho con escasa distribución… y en horario infantil. Para aquellos que conocieran el manga del mismo nombre en el que está basado (aunque hay varias secuelas que continúan hasta la fecha de hoy) esta película de animación está inspirada en él, tomándose las consabidas licencias. ¿El resultado? Una de las mejores películas de animación del año y una declaración de amor al jazz que no dejará a nadie indiferente.

¿Cómo comienza esta historia de amor?

Dai Miyamoto es un estudiante que queda fascinado por el sonido del saxofón. Practica sin parar hasta el día de su graduación, fecha en que viaja a Tokio para convertirse en un gran músico. Allí conoce a Yukinori Sawabe, un talentoso pianista y, junto al novato batera Shunji Tamada, forman la banda llamada Jass, con el objetivo de triunfar en la música.

Las historias de personas que consiguen triunfar en el mundo del arte (pintura, cine, escritura, etc) me repelen profundamente. Hollywood lleva décadas asqueándome con su sueño americano y no tenía expectativas de que Blue Giant me ofreciera algo diferente. Pero se me había olvidado que esto es anime, y encima basado en un manga muy premiado. Entre la dirección de Yuzuru Tachikawa (Death Parade Mob Psycho 100, Detective Conan: The Black Iron Submarine), la distribución de TOHO Animation, la ayuda del editor NUMBER 8 y la composición de la banda sonora por parte de la pianista de jazz Hiromi Uehara… algo de la obsesión por el trabajo bien hecho que tienen los japoneses tenía que verse reflejado en la película.

¿Qué quiero decir con esto? Pues que Dai Miyamoto puede tener talento para tocar el saxo, pero es la constancia obsesiva y monotemática, la práctica continuada, la ausencia de cualquier distracción, la que hace que yo pueda ver factible la historia de Blue Giant como la de alguien que acabó triunfando en el mundo de la música. Y eso es lo que fui a ver al cine y por eso salí con un renovado respeto por aquellos que luchan de verdad por lo que quieren (y con unas ganas locas de volver a un concierto de jazz, aunque había estado hace tres días en uno).

Y es que Blue Giant consigue contagiarte a través de una animación fluctuante e inmersiva de la pasión por el jazz. Mientras tú renqueas diciéndote “juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver”, los tres jóvenes en la pantalla repiten su mantra de que quieren ser los mejores músicos de jazz del mundo. Y te contagias de su entusiasmo, sufres y te frustras con ellos y llegas a entender las motivaciones de cada uno. Es sólo una película de dos horas, pero consigue que empatices con la historia de origen de cada uno para entender que el amor por la música puede tener comienzos muy diferentes. Como también lo serán sus destinos.

Jazz, solo jazz.

Tiene que gustarte el jazz para disfrutar la película en toda su esencia. Creo que sin duda es así porque, al contrario que otras muchas películas en las que sólo te incluyen pequeñas partes de las interpretaciones, Blue Giant incluye muchas veces piezas completas. Es un placer escuchar al batería Shun Ishikawa (integrante de Millennium Parade) o al saxofonista Tomoaki Baba (integrante de J-Squad), pero creo que si fuera un género musical que no me gustase pensaría que abusan poniendo las piezas al completo (algo que ni se atrevió a hacer Whiplash). Por supuesto, como no es mi caso, imagen y sonido impregnaron ojos y oídos creando una experiencia fascinante. Me dio igual que la animación no fuera perfecta, o que hubiera escenas arquetípicas. Blue Giant es todo corazón y consigue huir del melodramatismo fácil con una historia de superación agridulce y realista.