SAMURAI CHAMPLOO: conociendo el Periodo Edo a ritmo de hip-hop

Tras el indiscutible éxito de Cowboy Bebop y ya con unos cuantos años de experiencia a sus espaldas, el nunca decepcionante Shinichiro Watanabe se animó, en 2004, a dirigir la que sería una de las obras más queridas y reconocibles de su carrera: Samurai Champloo.

Este anime nos cuenta la historia del peculiar grupo de viajeros formado por Fuu, Mugen y Jin (una alegre joven y dos samurais errantes respectivamente), una improbable alianza de inadaptados que, unidos como por obra del destino, recorrerán de cabo a rabo el Japón del siglo XVII con el objetivo de encontrar al “samurai que huele como los girasoles”, un misterioso individuo aparentemente ligado al pasado de la chica y que esta parece decidida a encontrar sea como sea.

Lo primero que hay que entender de Samurai Champloo es que, si bien tiene una trama general que se desarrolla a lo largo de toda la serie, se trata de una obra que cuenta su historia a través del siempre polémico formato de episodios autoconclusivos, ofreciéndonos 26 capítulos llenos de todo tipo de disparatados personajes y situaciones inverosímiles que nuestros “héroes” se irán encontrando por el camino.

La contracultura del hip-hop como crítica social

Y es que, si bien la serie no le da demasiada importancia a todo el asunto del samurai que huele como los girasoles (al menos durante la mayor parte de la trama), lo que sí que hace es aprovechar su naturaleza autoconclusiva para ofrecer un complejo retrato de la sociedad japonesa en el que pasado y futuro se entremezclan de forma magnífica gracias a una gran cantidad de cuidados anacronismos, que se integran a la perfección dentro del mundo construido por Watanabe y que, al final, suponen uno de los mayores atractivos de la serie.

Los anacronismos, como sabréis, son “errores” en los que se posiciona a una persona o elemento determinado en una época que no le corresponde (como imaginar un caballero medieval con una minigun, vaya) y que, en este caso, se centran enormemente en una gran cantidad de aspectos relacionados con el hip-hop (graffiti, rap, break dance…).

Las referencias al hip-hop y la cultura urbana son una constante y van desde divertidos graffiteros a improvisaciones con el mango de una katana.

Estos elementos impregnan la serie de arriba a abajo y, lejos de estar ahí simplemente porque quedan bien o porque aportan mucho estilo al conjunto (que también), su presencia se debe más a la naturaleza del hip-hop como contracultura que al “molamiento” inherente al ver a samurais combatiendo a ritmo de bombo y caja.

Digo esto porque los personajes de Samurai Champloo, más que los de ninguna otra serie, siempre parecen haber nacido en la época equivocada, algo que desemboca en un sentimiento de alienación hacia una sociedad plagada de reglas y protocolo y que, como no podía ser de otra forma, resulta en un rechazo hacia el sistema establecido, utilizando los ya mencionados anacronismos para oponer ambas visiones del mundo y presentar a unos personajes que, de una forma u otra, se enfrentan al sistema en el que viven.

Todo esto, por supuesto, tiene una gran carga de crítica social, y si bien se puede cometer el error de pensar que es solo aplicable a la sociedad japonesa lo cierto es que, a pesar de tratarse de una sociedad extremadamente condicionada por el protocolo y una gran cantidad de normas sociales, la occidental tampoco se queda atrás en este sentido, siendo el mensaje de la obra perfectamente entendible, seas o no japonés.

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La animación es fluida, vibrante y efectiva.

Pero, por supuesto, todo esto no serviría de nada si lo que nos ofreciese la serie no mereciese la pena y, si bien todo lo mencionado anteriormente puede hacernos pensar que estamos ante una obra pretenciosa o demasiado complicada, lo cierto es que Samurai Champloo consigue transmitir su mensaje con una facilidad pasmosa, ofreciendo divertidas aventuras de 20 minutos que cualquiera puede disfrutar y apoyándose en sus geniales personajes, estupendas coreografías de combate y excelente animación para construir una obra con un ritmo casi perfecto, que resulta tan breve como adictiva y que siempre deja con ganas de más cuando aparecen los créditos al final de cada capítulo.

La importancia de los personajes carismáticos

De esto tiene gran parte de culpa el trío protagonista, formado por personajes de los que empezamos sabiendo muy, muy poquito y que, aun así, consiguen que te enganches y que estés deseando ver cual va a ser la próxima situación en la que se verán implicados.

De los tres, Fuu es, probablemente, la que resulta menos atractiva, no porque no tenga profundidad o no presente desarrollo a lo largo de la trama (de hecho, es en la que ocurre de forma más marcada), sino porque, inevitablemente, no puede competir ante el carisma arrollador de Mugen y Jin, dos samurais empeñados en matarse el uno al otro que deciden poner sus diferencias a un lado para ayudar a Fuu en su misión y que al final acaban suponiendo el verdadero corazón de la serie.

Lo que, por otra parte, resulta curioso cuando nos fijamos en que ambos son arquetipos de personaje que conocemos de sobra y que, al menos en este caso, mantienen su roles inmutables durante toda la trama. Mugen, por una parte, es un desaliñado espadachin casi salvaje al que todo le importa un comino y que utiliza un estilo de lucha completamente autodidacta y enormemente influenciado por movimientos de breakdance, mientras que Jin, por otro lado, es un samurai con todas las de la ley que cuenta con unos nervios de acero y una técnica depurada al extremo que no podría estar más distanciada de las alocadas y salvajes acrobacias de Mugen.

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El trio protagonista mola ya desde un primer momento.

Ambos son extremos opuestos, como el agua y el aceite pero, al mismo tiempo, los dos son samurais errantes fuertemente marcados por su pasado (tema recurrente en la obra de Watanabe) que viajan por el mundo sin un destino claro o una gran lección que aprender y para los que sus numerosos encuentros con personajes y situaciones de todo tipo suponen una oportunidad de catarsis que puede o no, ser aprovechada (y, de nuevo, los paralelismos con Cowboy Bebop son más que evidentes).

Es algo tan clásico como encantador, pero lo cierto es que ambos forman un duo con una personalidad arrolladora que funciona de forma estupenda a lo largo de toda la historia y que, sin duda, supone una de los principales razones para sumergirnos en el universo de Samurai Champloo.

Universo que, por encima de todo, desprende personalidad y estilo por los cuatro costados, mezclando de forma magistral la cultural japonesa y el hip-hop para dar lugar a una mezcla tan única como difícil de olvidar en la que los numerosos temas y motivos musicales que adornan cada rincón de la serie funcionan en perfecta sinergia con una estupenda y fluida animación que, aun siendo del 2004, está indudablemente a la altura (y por encima) de muchos de los animes más actuales.

¿A quién le importa el samurai que huele como los girasoles?

Sin embargo, no estamos ante una serie perfecta, y si algo se le puede criticar a Samurai Champloo es que la trama principal, la del samurai que huele como los girasoles, parece estar meramente de adorno hasta que no alcanzamos la recta final de la trama.

Sí, es cierto que la conclusión es satisfactoria y que supone un buen final para el anime, pero no puedo evitar pensar que no llega a tener todo el impacto que pretende tener y que algunas ideas, a falta de un término mejor para explicarlo, no acaban llegando a ninguna parte. Aunque, viendo la trayectoria y los temas que suele tratar Watanabe, esto bien podría tratarse de algo intencional porque, ¿qué sentido tiene iniciar un viaje si sabemos que va a terminar? ¿lo hacemos para disfrutar del camino? ¿o acaso lo que queremos es dejar algo atrás?

Al final, y a pesar de todo, Samurai Champloo se trata de una serie única en su especie a la que sin duda deberíais darle una oportunidad. Estamos ante una obra graciosa, frenética, conmovedora y llena de significado y personajes memorables que recordaremos mucho después de haber terminado la serie, porque puede que encontrar al samurai que huele como los girasoles no os interese demasiado, pero os aseguro que vais a disfrutar del viaje.

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Samurai Champloo

8.5

NOTA

8.5/10

Destaca en:

  • La ambientación es estupenda y te sumerge de lleno en el periodo Edo japonés
  • Los anacronismos se integran a la perfección en el universo de la serie.
  • La crítica social esta muy presente en todos sus capítulos.
  • La importante presencia del hip-hop en todos los aspectos de la obra.
  • La animación está a un muy buen nivel.

Podría mejorar:

  • Que no te gusten los episodios autoconclusivos.
  • La trama principal no tiene tanto peso como cabría esperar.

About Mr. Thanos

Mr. Thanos nació con un sable láser en una mano y el guantelete del infinito en la otra, adora el cine, los libros, comics , videojuegos, mangas y animes, si son gore mejor. Es recomendable no darle de comer a partir de las 12

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