CHOBITS: cuando tener un androide para ti solito era una buena idea.

Westworld, Altered Carbon, Detroit Become Human, Ex Machina, … he perdido la cuenta de la cantidad de series, videojuegos y películas que tocan el tema de los robots y la conciencia humana a día de hoy. No me malinterpretéis, la ciencia ficción, con los años, ha acabado siendo uno de mis géneros favoritos, pero cuando veía Blade Runner hace la torta de años no me imaginaba que nuestro mundo iba a evolucionar tanto para pasar de las muñecas hinchables a los robots sexuales, y menos a tener que cuestionar una rebelión de las máquinas o una masacre de humanos a manos de androides que de repente han tomado consciencia de sí mismos y deciden que quieren libertad y que, en consecuencia, el ser humano es el enemigo. Se mire como se mire, esto siempre acababa en muerte y destrucción.

Chobits es un manga (2001) y anime (2002) de las CLAMP, este cuarteto de mujeres que, sin ser mis favoritas, ha sabido llenar mis horas con, en general, historias con contenido bastante serio y maduro. Y quizás porque el seinen siempre ha sido mi género favorito, Chobits (la serie, de 26 capítulos, dirigida por Morio Asaka, el director también de Nana, Galaxy Angel y de otra obra de las CLAMP, Cardcaptor Sakura) fue devorado por una servidora con el afán de una persona que seguía teniendo la idea infantil de que el ludismo fue un movimiento ajeno a todo lo por mí conocido, allá en la Inglaterra del siglo XIX, y que la Revolución Industrial fue buena, las máquinas eran buenas, y el progreso, en general, era bueno.

Más adelante te lees La situación de la clase obrera en Inglaterra, de Engels, y reconoces que no, que no todo fue bueno, pero que son hombres contra objetos o, si eso, hombres contra hombres, así que todo correcto.

Mahoromatic o Video Girl Ai eran las obras que a mí me afianzaban en la idea de que máquinas con consciencia eran más productos de milagros que de cualquier otra cosa y que eran muy similares a esas historias en las que las diosas bajan del Cielo para ser tus sirvientas; algo así como el genio de la lámpara de Aladdin. Incluso, a pesar de que avance el tiempo, obras actuales como el anime Inuyashiki me mostraban que si una máquina es todopoderosa, es porque hay un humano detrás (o dentro) de ella.

Cierto, tenía Ghost in the Shell para mostrarme un mundo realmente jodido y lleno de IAs prácticamente indistinguibles de los humanos, pero ahí estaba Chobits siempre, como un estandarte a favor de la candidez y la pureza, para mostrarme un mundo donde humanos y androides convivían juntos y sin que hubiera problemas de paro, rebeliones, abusos ni nada parecido.

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A Hideki no le queda más remedio que enseñar todo a Chii.

Y como intro es posiblemente la más larga que haya hecho jamás, pero, dado que analizar Chobits a estas alturas no tiene mucho sentido (a ver, mundo con androides caseros llamados Persocons donde chico inocentón de pueblo recién llegado a la ciudad encuentra androide buenorra con súper poderes – y digo poderes por no decir habilidades, y digo buenorra…pero sólo me llamaba la atención su mega largo cabello) prefiero centrarme en aspectos de este anime que siguen siendo interesantes, como ya comenté en el artículo de los androides sexuales.

Y hablo así de Chobits porque su argumento, pese a incluir androides caseros que ayudan a los humanos (no al estilo lúdico-sádico de Westworld, sino más al de Detroit Become Human…¿lúdico-decadente-casero?) es bastante inocente y aunque toca temas de gran importancia ética (prostitución de androides, amor entre humanos y androides…) son temas que tienen cabida de forma aislada en capítulos concretos; lo cual es una lástima si tenemos en cuenta que la mayor parte de las historias secundarias tienen lugar con personajes que han sufrido por causa de los androides y habría sido muy interesante ahondar en ellas.

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Pero el tono general de la serie es, quitando los monólogos internos de Chii, la androide, bastante ligero, lo suficientemente cercano a la comedia de enredos como para que a veces nos planteemos si seinen sería el género adecuado para ella frente a shojo. No obstante, cada vez que revisiono Chobits, y teniendo en cuenta todo lo que os he comentado ya, es habitual que me fije en aspectos de la serie que antes no me llamaban la atención, pendiente como estaba en ver cómo el protagonista, Hideki Motosuwa, estudiante con cero experiencia con las mujeres, se ponía nervioso porque Chii se acercaba a él “demasiado”.

Chii pertenece a un tipo de Persocon muy particular ya que posee conciencia y no depende para funcionar de un sistema operativo. Posee las orejas-puertos de acceso características de los Persocons para ser usadas como ordenadores, pero está más cerca de los humanos que de los androides, al poder procesar sentimientos.

Obviamente, este detallito es lo que separa al seinen del shojo (pese a lo ecchi que se pone a veces), es lo que hace que el anime se ponga realmente muy serio pues, pese a que Chii no es un Persocon al uso, tampoco es humana, ¿es posible entonces una relación amorosa, es decir, en la que influyan los sentimientos, entre Chii y un humano?

Si algo trata Chobits con naturalidad, pero con crudeza, son las relaciones amorosas entre humanos. Hombres que sufren la pérdida de sus mujeres, mujeres que penan por el amor de un hombre, relaciones entre hombres y mujeres con una diferencia de edad palpable… y, mientras Hideki es el único que parece no saber lidiar con los sentimientos (en general, sentimientos en general, hablamos de un negado), Chii, con el sentido común de una almendra debido a su estado deficiente, es capaz de reflexionar de manera sesuda acerca del amor y lo que significa entregarse a una persona.

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Lo que yo os diga, el sentido común de una almendra.

No es la única que reflexiona sobre ello, naturalmente. Jima (el persocon que representa el núcleo de la red) y Dita (la persocon que es el sistema de seguridad que protege a la red) están enamorados y, aunque Dita no crea en las relaciones entre humanos y persocons, Jima, al poseer sentimientos hacia Dita, sí que se plantea que sea posible que Chii pueda enamorarse de un humano.

De esta forma, aunque al terminar Chobits tengamos la sensación de que se están legitimando las relaciones entre humanos y robots, la serie nos deja con una de las mejores reflexiones que un anime de aspecto tan ligerito podría dejarnos y que se adelanta a lo que ahora sí que es habitual plantear pero que en su momento no lo fue: ¿pueden las máquinas tomar conciencia? Si esto sucediera, ¿sería ético o simplemente tendría sentido establecer una relación amorosa con ellos? ¿Dónde está el límite a nuestras acciones?

Puede que ahora no hagamos las series, libros o mangas nombrando expresamente las leyes de la robótica como se hizo aquella primera vez en Círculo vicioso (1942, Isaac Asimov), pero es indudable que las tenemos en cuenta. Obviamente, si llegase el momento en el que las máquinas adquiriesen conciencia espero que lo hagan a la manera de Chobits, y no a la de Matrix, pero sin duda este anime no pretende ir tan lejos, sino dejarnos con un mensaje más tierno a través del romance bien llevado y la comedia disparatada: no importa el origen de la persona que amamos, lo importante es luchar por ese amor.

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Chobits

6.8

NOTA

6.8/10

Destaca en:

  • Siempre es bueno reflexionar sobre el futuro de las máquinas, nuestra relación con ellas y la ética que hay detrás de nuestras decisiones al respecto.
  • Es un anime entretenido
  • Es una manera muy buena de empezar a ver cosas sobre Inteligencias Artificiales.
  • Su opening se te meterá en la cabeza y el corazón.

Podría mejorar:

  • Los capítulos de relleno que hay en la serie y que no existen en el manga.
  • Podría ser más ambiciosa respecto a los temas que toca
  • Aunque la animación haya envejecido de forma decente, el estilo y ejecución de la historia ya no engancha como antes.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II

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