Confieso que cuando me interesé por Violet Evergarden (2018) pensaba que iba a ver una hermosa historia sobre una niña que, una vez terminada la guerra, se convierte en escritora de cartas para todos aquellos que necesitan expresar sus sentimientos, un oficio que en el universo de Violet Evergarden se llamaba Muñeca de Memorias Automáticas y goza de gran prestigio. La realidad es que esta serie de tan sólo 12 capítulos (más una OVA a visualizar entre el 4º y el 5º capítulo, de pelis ya hablaremos), basada en el manga de Kana Akatsuki, te toca todas las fibras que os podáis imaginar uniendo con maestría todos los elementos que hacen grande a una obra de animación: personajes, guion, dirección, banda sonora, dibujo y animación (de la tradicional, ojo). Una de esas obras que cuesta realizar sin caer en el melodramatismo y que intentaré analizar poniéndola en su lugar.
Efectivamente, Violet es una niña soldado entregada como arma de guerra al comandante Gilbert Bougainvillea. Tras ser herida gravemente en combate la separan de él dejando tras de sí la incógnita de unas palabras de amor que ella no logra entender. Sola y separada del único mundo que ella comprende queda al cuidado del ex militar Claudia Hodgins quien ha fundado una compañía de correos. Violet decide convertirse en Muñeca para la Compañía Postal CH para intentar entender las últimas palabras que Gilbert le dedicó.
La serie ataca varios temas con la historia de cada personaje que te presenta y los integra de forma armónica sin perder de vista el objetivo principal: mostrar los estragos de la guerra sobre las personas y de qué forma cada uno de ellos supera la falta y/o ausencia de los seres queridos. Violet es una persona que no se cuestiona sus pérdidas, no se autocompadece ni se molesta por la pena que los demás sienten ante su historia, pero su mera existencia es el detonante que todos a su alrededor tienen para seguir adelante y, en muchas ocasiones, avergonzarse de quejarse.
Pese a que al principio no es su intención, con el tiempo Violet va entendiendo que las cartas que escribe no sólo dan respuesta a los interrogantes de los que las reciben, sino que aportan felicidad. Una de las cosas que la llegada del teléfono (y con mucha más intensidad internet y el correo electrónico) han traído es una pérdida de este medio de comunicación que ahora sólo nos sirve para recibir publicidad y facturas del banco. Y, si tienes suerte, Christmas por Navidad. Aquellos que seguimos escribiendo cartas y llevándolas al buzón no sólo somos raros, sino que estamos considerados unos románticos poco prácticos.
Violet Evergarden vuelve a traernos la ilusión de escribir y recibir cartas en uno de esos momentos en los que más echamos de menos tener noticias de nuestros seres queridos. El Covid es esa guerra que tiene al mundo paralizado, con amigos y familiares en los hospitales y con esa incomunicación tan a flor de piel pese a todas nuestras herramientas de comunicación tan disponibles. La sensación que tuve viendo Violet Evergarden fue que los métodos tradicionales (esos detalles del día a día) son indispensables para mostrar a los demás nuestros sentimientos. Nuestra joven soldado que ayer arrebataba vidas hoy vuelve a conectar a los seres queridos a través de sus cartas. Y lo hace tras un proceso de aprendizaje en el que yerra, no entiende, ofende, malinterpreta y donde, poco a poco, se va haciendo más humana.
Violet Evergarden es una serie cuyos muchos de sus capítulos son complicados de ver a nivel emocional. No es necesario haber sufrido pérdidas para empatizar con los sentimientos de ningún personaje; es simplemente la maestría de una buena adaptación que hace uso de sus mejores armas: diálogos, fotografía, composición, excelente música, para entender los horrores de la guerra a todos los niveles. Lo bueno es que la melancolía de la que está impresa todo el anime (que algo más de humor no le iba a sentar mal) no llega a las cotas de Mi novia el arma definitiva, siendo no sólo más digerible, sino más esperanzadora dado que te permite aprender y cambiar. Esto es así por el uso de la cotidianidad con el que cada capítulo impregna a sus tramas que obliga a ese ejercicio de construcción de un detallismo casi enfermizo: los paisajes, los colores, las lágrimas, la luz que desprenden los objetos. Ese halo de costumbrismo y revolución industrial en el que está ambientado Violet Evergarden hace que podamos sentir realmente que los personajes, Violet incluida, quieren vivir una vida normal.
Porque en definitiva de eso va Violet Evergarden independientemente de la historia de superación de la guerra. Trata del derecho de todo ser humano a tener una vida normal y de cómo nos cuesta tanto expresar nuestros sentimientos tras los golpes de la vida que nos volvemos unos nerds comunicativos. El vehículo que usa la serie para recuperar la normalidad son las bellas y poéticas cartas que unos se dedican a otros y que Violet aprende a escribir como parte de su proceso de superar sus propios traumas. Un ejercicio de psicología básica en el que, para poder ser un ser humano completo y entero, hay que enfrentarse a los hechos más trágicos de nuestra vida.
Violet Evergarden no es como otras obras que os recomiendo, sean del formato que sean, que siempre digo que podéis disfrutarlas como puro entretenimiento si no queréis pararos a pensar en todo lo que ofrecen. No, Violet Evergarden sólo es disfrutable si te zambulles en su historia, en las motivaciones de los personajes y, aunque te duela, ves la belleza que no existe solo a nivel artístico y técnico (gracias Kyoto Animation por aportar magia), sino que palpita tras cada corazón. Una oda a la libertad, al amor, a la comunicación sincera y a la aceptación de uno mismo.
Violet Evergarden
Destaca en:
- Altas cotas de perfección a nivel técnico y artístico.
- Una bella historia bien tratada.
- Pese a su hieratismo inicial, Violet es un buen personaje principal.
- Su trágico argumento no empaña la experiencia de verla, sino al contrario.
- Una de las mejores bandas sonoras que he escuchado últimamente.
Podría mejorar:
- Hay capítulos que se sienten un poco desligados del resto de la trama, les falta algo de continuidad con el resto de la serie.
- La poca importancia que tienen el resto de personajes secundarios, en general poco desarrollados.