HOMO SOMNATOR: ¿te imaginas?: los sueños, no siempre sueños son.

El gusto por la literatura de ciencia ficción no es nuevo. Los primeros escritos de relevancia tienen ya casi cuatro siglos de historia y, aun así, no es hasta la segunda mitad del siglo XX, e incluso me atrevería a decir hasta hace unas pocas decenas de años, cuando la ciencia ficción pasó de esa eclosión tímida al fenómeno mundial que es ahora, cuando ya podemos hablar de saturación del género.

Y en medio de esa floreciente plantación de novelas post-apocalípticas, viajes en el espacio, planteamientos extremos, novelas ligeras llenas de acción y humor, hard sci-fi y, en definitiva, literatura que intenta responder a nuestras preguntas tanto acerca del universo y lo desconocido como simplemente qué depara el futuro al ser humano de a pie, es cuando llega la novela de ciencia ficción costumbrista.

La ciencia ficción costumbrista

Es un tipo de novela que no pretende revolucionar el género sino mostrar un mundo futurista parecido al que ahora vivimos, pero con los cambios que la tecnología inevitablemente trae a la vida diaria, y en cuyo marco se desarrolla la acción.

En estas novelas, los cambios se producen no en el mundo que nos rodea, sino dentro de la vida del protagonista. El personaje principal sufre una serie de cambios en sus carnes que le llevan a tener que adaptarse a una nueva realidad o descubrimiento sobre el mundo, alejándose así de esas novelas en las que lo importante son los conceptos científicos que se plantean y en los que, en definitiva, los personajes son meros vehículos para contar la historia.

Homo Somnator: ¿te imaginas? pertenece a este subgénero de la ciencia ficción, planteando un mundo en el que el Gobierno ya no lucha por solucionar tus necesidades básicas, sino que, llegados a un equilibrio en el reparto de los bienes, su misión principal ha derivado en conseguir la autorrealización de cada ser humano, mediante la culminación de su Sueño, ofreciéndole recursos, personal y tiempo.

El protagonista de esta novela, Simeón, piensa que ya respondió hace tiempo a esa pregunta de “¿qué quieres ser de mayor?” y que seguirá los pasos de su padre, será político y así dedicará su vida a colmar los Sueños de los demás ciudadanos. Sin embargo, Nadja, la nueva alumna de su escuela, le mostrará que las cosas no son tan bonitas como se las pintan.

Una sociedad diferente con un sistema educativo adaptado

Ciertamente, suena demasiado bonito para ser verdad. Homo Somnator: ¿te imaginas? plantea una sociedad donde la educación ha conseguido ser algo útil, real, adaptado a los tiempos que corren y por ello tremendamente práctica.

Quizás por ello es utópica, pero sin duda, todos aquellos que vivimos de forma inquieta, los que quizás hemos perdido la esperanza en el sistema educativo actual, percibimos que es un sistema de enseñanza que roza más el concepto de ideal a alcanzar que a sistema impuesto en esa época como parte de las cosas que simplemente integran la sociedad.

Desgraciadamente, eso lo convierte también en un sistema de enseñanza más parecido a las fantasías que solemos tener cuando lo comparamos con lo que tenemos hoy en día (y nos desesperamos por lo inútil que resulta el sistema de memorización-vomitar en el examen-olvidar-vuelta a empezar), que a una realidad cada vez más cercana.

Quizás sea mi parte pesimista la que habla y lo considera utópico, quizás es ese componente tan fuerte de “sueños” que nos plantea el libro, quizás el autor, más allá de las necesidades de la novela, nos plantea sus propias inquietudes sobre el sistema educativo, los valores de la sociedad y el futuro de la raza humana.

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De cualquier forma, no es simplemente una idea sobre la que me apetezca dar vueltas; es uno de los pilares sobre los que se asienta el sentido de Homo Somnator. Va más allá de entender que el autor tiene que crear un universo sobre el que se sostenga el relato que nos quiere contar; nos presenta una situación en la que el sistema educativo ha alcanzado si no la que más, una de las más altas cotas de lógica y practicidad hasta llegar a convertirse en el ideal a alcanzar y eso, a la par que un poco de vértigo, nos da una perspectiva de la novela muy clara: lo que nos debe preocupar ya no es cómo enseñar, sino qué hacer con los conocimientos adquiridos.

A esto también ayudan los numerosos diálogos que impregnan cada capítulo de Homo Somnator, y que tienen lugar sobre todo en las aulas de los centros de enseñanza. Personalmente, dudo que los chavales de esa época sean tan participativos como lo que nos presenta el autor, si me baso en mis años de instituto y el silencio casi general que se suele generar ante cualquier pregunta que lance el profesor; pero por un lado, podemos considerarlo exigencias del guion tanto para hacer que la trama avance como para dar a conocer la mentalidad de la época de una forma orgánica; por otro lado, si el sistema educativo ha evolucionado tanto hasta llegar a volver a un estado neo socrático en el que impere la mayéutica, no es de extrañar que dentro de un aula las cosas también funcionen diferente.

Existe decadencia, aunque no sea tan evidente

No obstante, pese a que en la novela no se muestra de forma fehaciente como crítica al sistema, no todo es de color de rosas. Está claro que las diferencias de clases existen y se ve claramente en que mucho del conocimiento no se aprende, sino que se adquiere mediante la compra.

Este y otros muchos ejemplos sirven para mostrarnos que Homo Somnator abarca, evidentemente, muchos temas que clásicos como Un mundo feliz o Farenheit 451 ya tocaron en su momento. La decadencia de la sociedad y la presencia de mundos post-apocalípticos, generalmente de estética cyberpunk (al estilo de Sueñan los androides con ovejas eléctricas), evidencian que existe un problema y estas novelas suelen mostrarlo de forma contundente para que no quepa duda de que aquello que presentan, pese al Orden y el éxito social, crea humanos vacíos por dentro tanto emocional como intelectualmente.

Sin embargo, Homo Somnator no se inspira en estos universos decadentes, sino que parte de la idea de que, aparentemente, todo el progreso que ha obtenido el hombre es bueno y ha propiciado realmente individuos y sociedades más felices. Así pues, ¿por qué me recuerda Homo Somnator a Farenheit 451?

Y el hombre se atrevió a soñar con la autorrealización…

La novela de Ray Bradbury comienza directamente sembrando la duda en el corazón del protagonista. El encuentro entre el bombero y la adolescente es la primera dosis de realidad necesaria para despertar. En Homo Somnator ocurre varias veces y, sin embargo, no lo muestra hasta la mitad del libro, dejando claro que este mundo, en caso de que esté podrido por dentro, lo oculta bien.

El caso es que no es extraño que películas y novelas hagan uso de un personaje que muestre al protagonista que el camino por el que avanzaba tan firmemente es erróneo. No sólo que hubiera caminos o elecciones mejores, sino que esas ideas que tenía, esa gente que apoyaba, esos ideales que sostenía y en los que tan ciegamente creía, en realidad no eran tan puros, tan buenos o tan al servicio del bien común como uno podría pensar en un primer momento.

Como la sinopsis ya nos adelantaba, está claro que Simeón va a descubrir que su mundo perfecto no lo es tanto y lo que lo diferencia de Farenheit 451 es que en la famosa novela sabes que algo no va bien desde el principio (a ver, que el Gobierno se dedica literalmente a quemar libros, partamos de ahí) y en Homo Somnator, su autor, Héctor Izquierdo, decide mostrarnos un mundo genial donde realmente se trabaja para que cada uno cumpla sus sueños, para después darnos un mazazo en la cabeza.

A veces, el autor peca en algunas partes de demasiado explicativo, no por la abundancia de descripciones, que precisamente son escuetas y concisas, sino porque el autor parece que siente la necesidad de explicar constantemente todo aquello que hace “futurista” a la novela.

Ciertamente que es complicado explicar los conceptos sin precisamente eso, explicarlos, pero la forma en que soluciona este problema, inherente a todos los escritores de ciencia ficción, tarda en hacerse de una forma orgánica, sintiéndose al principio metida con calzador, para luego darnos cuenta de que simplemente no es necesaria para que la trama avance.

#HomoSomnator nos plantea un mundo donde la autorrealización es posible. Clic para tuitear

Obviamente, en una novela de corte costumbrista lo que vamos a encontrar es una acción ligerita. Precisamente, una de las mayores quejas que se encontrarán los lectores que esperen ciencia ficción es justo que no se habla realmente de ciencia ficción. Ciertamente que existen conceptos, como los Implantes de Enlaces de Conocimiento, que resultan muy atractivos (cosas más raras vimos en Matrix) pero la mayoría de las preguntas que el autor se plantea son más de ámbito filosófico y las va resolviendo, en general, a través de los acontecimientos que van sucediéndose en la novela. No obstante, grandes autores como Isaac Asimov, Orson Scott Card o Julio Verne planteaban conceptos en sus novelas que luego han resultado en avances científicos y hoy se integran en nuestras rutinas diarias y en su momento se nos antojaron casi locuras.

Sin duda no puedo hablar de futuro en esta novela sin acudir al término utopía, pese a que este se me antoje muy bonito e idílico. Lo bueno es que Homo Somnator puede ser tomada simplemente como una novela entretenida, bien hilada, sin más aspiraciones que hacer pasar un buen rato y, no os quepa duda, con una puerta abierta a una continuación.

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Homo Somnator: ¿te imaginas?

6.8

NOTA GLOBAL

6.8/10

Destaca en:

  • Bien escrita, ligera y entretenida
  • Plantea un mundo que, por una vez, no parece irse al traste
  • Existen conceptos interesantes y originales
  • Los personajes están muy trabajados

Podría mejorar:

  • Como novela de ciencia ficción dista mucho de explicar términos de forma satisfactoria
  • Encaja más dentro del costumbrismo al basarse más en las relaciones entre los personajes que en cualquier otro aspecto.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II

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