Vikings (2013-2020) no es la primera serie dramática apoyada en hechos históricos que encontramos en la pequeña pantalla. Tampoco diré que este género sea el favorito de las masas, pero sí es cierto que, desde el auge de Juego de Tronos, gustamos más de series con toques de fantasía, historias complejas y grandes inversiones en producción, que nos hacen sentirnos parte de un gran todo.
Es complicado ponerle a Vikings la etiqueta de “mejor serie” en su género y, como decía, existen tantísimas producciones, de tanto nivel, rigor y éxito que, ahora que después de 6 temporadas y 89 intensos capítulos, la historia de Ragnar Lothbrok y sus hijos ha terminado, es hora de preguntarse, ¿qué nos aporta Vikings a este ocio nuestro?
Fidelidad histórica
Soy de la opinión de que las series históricas nos deben un rigor en su narrativa que no es necesario en otros géneros. Para bien o para mal, vivimos en un mundo muy audiovisual y aprendemos a base de lo que vemos. Sí, deberíamos contrastar, poner en duda, aprender más, pero ya se tratara de las películas bélicas de la época de Steve McQueen y Charles Bronson, como de obras actuales biográficas de las cuáles esta última década tenemos a patadas (El fundador, Bohemian Rhapsody, Tesla, Big Eyes, La teoría del todo…y un infinito etcétera) exigimos fidelidad porque, sin paños calientes, vamos a considerar que aquello que nos cuentan es verdad.
El mayor ejemplo que tenemos actualmente es con la serie The Crown, que ahora va por su 4 temporada de las 6 programadas y del que la gente ha adoptado un santo y seña: si es histórica y es un drama, tiene que ser verdad, me esté contando lo que me esté contando. Y no olvidemos que se trata de la Corona británica, si hay algo que no quieran contar, seguro que ese capítulo no se emite.
Interés real
Pero no sólo se trata de veracidad, también de interés. Cuando se produjeron los lanzamientos de Jackie y Yo, Tonya mis sensaciones fueron muy difíciles de expresar. Pese a la indudable importancia del asesinato de John F. Kennedy una película de dos horas sobre cómo se sintió su viuda tiene una importancia muy relativa si la comparas con la historia de una conflictiva patinadora sobre la que, a menos que estés en el mundillo del patinaje artístico, ni habrías oído hablar. Y es que, a veces, la Historia es aburrida.
Rigor en la ambientación
Exigimos rigor en la ambientación, es lo que hay. Es parte de que nos gusten tanto las series de época. Los hay más quisquillosos, que si una joya de un vikingo está hecha de alpaca en vez de plata ya pone el grito en el cielo, pero en general, y repitiendo que todo nos entra por los ojos, disfrutamos más de una serie si el rigor histórico viene acompañado de una fidelidad en la ambientación. Es por ello que películas como La Favorita o series como Los Bridgerton, pese al despliegue de vestuario y decorados, requiera de palabras como “licencia”, “anacronismos” y otras lindezas cuando se habla de su rigor histórico respecto a la ambientación.
Y con la suma de todo esto, hacemos la serie.
Vikings parecía que tenía estas tres cosas. O puede que no, pero tiene sexo, violencia, buenos diálogos, un universo atractivo y encima teníamos la noticia de que God of Wars y el próximo Assassins (ambos ya lanzados y, por mi parte, jugados) iban a tener como escenario la cultura nórdica, y esto sonaba a una buena manera de ponerse en contexto, así que, ¿acabó importando que fuera más o menos fiel con respecto a nuestras expectativas?
Si preguntas al creador y guionista Michael Hirst o a la cadena TNT posiblemente te digan que, para tratarse de hechos acaecidos durante los s. VIII y XI, de los que no siempre va a haber registros documentales y para ser un pueblo donde la mitología y la religión se funden con la historia…pues se ha hecho lo que se ha podido. En el mundo del cine no se ha tratado demasiado el tema de los vikingos y cuesta encontrar ejemplos. La mayoría recuerda El guerrero número 13 cuya historia es como poco inverosímil, pero también encontramos Los vikingos (1958) de Kirk Douglas y Tony Curtis que aporta los tres apartados que exigía al comienzo del análisis.
Pero lo cierto es que, con Vikings, el consenso ha sido relativamente unánime respecto a su fidelidad, así que igual sí que podemos disfrutar de ella como mero entretenimiento y aprender de paso sobre la fascinante cultura vikinga sin darle muchas vueltas. Lástima que no se la podamos poner a nuestros hijos pequeños en etapa escolar para que aprendan, pero este es un debate que comencé hace tiempo con la fabulosa serie Roma y que ahora no procede continuar.