HIERBA: ¿seremos capaces de algo que no sea pisotear a nuestros semejantes?

Hierba (2017, España 2022) es una de esas obras de las que decimos que no es para todo el mundo… pero que todo el mundo debería leer. Una de esas memorias biográficas crudas que nos acercan una realidad que algunos pueblos ignoramos y otros pretenden olvidar. Una de esas historias de miseria humana que cuesta afrontar como puro entretenimiento porque se trasciende el cómic como género para que lo importante sea sólo la historia. No es que el cómic quede relegado a un simple medio para contar la historia (la potencia de sus imágenes lo impediría), pero está claro que la autora, Keum Suk Gendry-Kim, deseaba que toda la magnitud del relato quedara bien documentada. El resultado es una obra soberbia, sobrecogedora, inolvidable, hermosa y triste.

Hierba trata sobre las “mujeres de consuelo” asiáticas durante la Segunda Guerra Mundial, pero se centra en la historia personal de Lee Ok-Sun. A través de flashback en los que se mezcla la infancia, adolescencia y vejez de la protagonista con las entrevistas que Keum Suk sostiene con Ok-Sun, se va desgranando una triste biografía en la que no falta detalle trágico. Como si Ok-Sun hubiera integrado dentro de sí todo lo que puede sufrir una mujer en varias vidas. Analfabeta, vendida como criada, apaleada, humillada, siempre a punto de morir de hambre, obligada a renunciar a su cultura. Secuestrada, violada, ignorada, engañada, defenestrada. Nunca tuvo suerte ni en el trabajo, ni en el amor, ni en la salud.

Esta novela surgió como reivindicación por la negación de la existencia de las mujeres de consuelo durante la IIGM

Con este cuadro, ¿quién quiere aventurarse con Hierba? Tal y como lo cuento es fácil suponer que uno acabará con mal cuerpo. Hay cierta obligación social, de memoria histórica, en hacerlo. Aunque la novela gráfica termina con ciertos toques de esperanza, no se le olvida incluir el desprecio de la sociedad y autoridades hacia estas trabajadoras sexuales obligadas. No se trata sólo del salvajismo al que fueron sometidas durante la guerra. El repudio social hace que la vergüenza que ya sentían estas mujeres no pudiera evaporarse jamás. Ni siquiera superarse. Por eso, la importancia de esta obra es que Keum Suk Gendry-Kim ha puesto voz a una situación que se dio durante la Guerra del Pacífico, pero que se ha perpetuado hasta nuestros días de diversas maneras (Japón no ha pedido disculpas oficiales, millones de mujeres en el mundo siguen sufriendo explotación sexual, los niños siguen siendo víctimas de la guerra…). Igual que en su momento lo hicieron las obras como El Arte de Volar o Persépolis. Todo lo demás que cuente sobre lo que pasó Lee Ok-Sun no sólo sería spoiler, sino amarillismo.

Sin embargo, como novela gráfica tiene un gran valor y para todos los que disfrutamos de este género conviene detenerse en su estilo artístico. La autora decidió usar el blanco y negro precisamente para evitar el sensacionalismo. Pero también deseaba que esos juegos de luces y sombras resultantes fueran los que hablaran de la barbarie. Como bien sabemos, a veces no mostrar puede ser un recurso más potente que hacerlo.

Un lamento por la belleza perdida: la naturaleza, víctima silenciosa de la violencia humana.

Lo que sí muestra y lo hace con frecuencia es la naturaleza. No sólo se usa como metáfora de lo que está ocurriendo en las viñetas, sino que es el elemento tranquilizador, el recurso para mostrar la belleza no disfrutable a causa de la violencia del ser humano. Pero por supuesto, es también un elemento reivindicativo. El propio título “hierba” es un símbolo, una representación de todas aquellas personas que en el cómic sufren las penurias de la pobreza y la falta de control en sus vidas y que aún así se levantan. En España solemos hablar del junco como una planta que se dobla, pero siempre continúa de pie. Keum Suk usa la hierba. Puedes pisotearla, pero al levantar el pie ahí seguirá ella, incluso más fuerte que antes de intentar ahogarla.

Un título enigmático, pero potente, que afianza los temas que nos vamos encontrando durante nuestra lectura. Aparte de los ya nombrados durante el análisis, que son más evidentes, destaca a nuestros ojos los problemas derivados de una sociedad patriarcal. Y una tan férrea como la de Corea a mediados del s. XX en la que las mujeres no tienen acceso a la educación, eran tratadas como objetos y, además de trabajar, su vida se reducía a cuidar, primero de padres y hermanos, y luego del marido y su familia. Si a una situación tan reduccionista le añades los horrores del hambre, la pobre y la guerra, no hay mujer que salga bien parada.

Reservoir Books, de la mano del traductor Joo Hasun, nos trae con Hierba un continente precioso compuesto de 471 páginas en tapa blanda y un contenido que podríamos tachar de imprescindible. Con una sensibilidad extraordinaria, un dibujo poderoso y cierta inocencia heredada de los ojos de un niño, Hierba nos cuenta una historia trágica de supervivencia que trasciende todas las épocas y culturas. Como se suele decir, una obra que no deja a nadie indiferente.