Solemos decir que en este país todo el mundo sabe de política y de fútbol. Somos así de chistosos, pero no cabe duda de que no es ni remotamente así puesto que, de serlo, por lo menos en lo tocante a política, no la habríamos pifiado una y otra vez a lo largo de estos años. Sin duda es una manera chocante de empezar una crítica de una película, pero tengo la seguridad de que todo el que salga del cine de ver “La gran apuesta” (2016) tendrá como tema de conversación la crisis, las políticas económicas y el mundo de la inmobiliaria. Bueno, quizás alguno hable después de fútbol.
“La gran apuesta“, basada en el libro de Michael Lewis, se ha presentado como un drama, en fin, dada la situación actual debería decir EL DRAMA por excelencia, en el que tres grupos de personas diferentes, dentro de Wall Street, se dan cuenta en 2005 de que algo va a ir muy mal en el negocio inmobiliario a partir del 2007. ¿Qué hacer? bueno, puede que algunos de ellos tengan su corazoncito, pero en general todos ven ahí la oportunidad de llenarse los bolsillos.
Y es ahora (sí, directamente al principio de la película) cuando te das cuenta de que ojalá todos supiésemos de política. “La gran apuesta” cae en ese detalle que siempre digo que es bueno que tengan las películas y que hacen que tanto asco me dé el cine hollywoodiense, y es que siempre intentan ser para todos los públicos. Pues bien, “La gran apuesta” NO es para todos los públicos, y bien que lo siento, porque es una película complicada de entender, con diálogos llenos de tecnicismos y que debería ser visionada por todos los seres humanos de este planeta a fin de que no volvamos a caer en los mismos errores.
Pero es una película difícil. Si la hubiera visto en casa, le habría dado a pause constantemente para asegurarme de que lo entendía todo, pero en el cine eso no es posible así que, pese a que creo que desinformada del tema no estoy del todo (¿cómo va a ser eso posible? ¡si soy española!) me costó mucho seguir la película. Primera recomendación: antes de ir a verla, poneros al día con los conceptos de economía avanzada. (créditos basura, hipotecas basura, CDO, swaps, etc).
Y el director Adam McKay decidió que hacer una película con super estrellas era más interesante que hacer un documental (y lo es, vaya) así qué que no os quepa la menor duda de que vais a ver grandes actuaciones en pantalla. Por un lado tenemos a un sencillamente soberbio Christian Bale haciendo de Michael Burry, analista asocial y cuyos grandes poderes dentro de su compañía le otorgan una gran responsabilidad. Es notable cómo su papel parece inspirado en El Batería de la novela gráfica “Planetary” (1990) lo cual es un aliciente deliciosamente friki.
Por otro lado, tenemos al agente de bolsa Mark Baum (Steve Carell) decidiendo hacer negocios con el inversor Jared Vennet (Ryan Gosling). El primero intenta ser un santito, el segundo consigue ser un cabrón, y ambos van acompañados de Porter Collins (Hamish Linklater), Vinny (Jeremy Strong) y Danny Moses (Rafe Spall); y en tercer lugar tenemos a dos pipiolos, Charlie Geller (John Magaro) y Jamie Shipley (Finn Wittrock, por cierto, el doble de DiCaprio) que piden ayuda a Ben Rickert, un ex-lobo de Wall Street (Brad Pitt) para que les ayude.
No nos confundamos, nuestros protagonistas no son los buenos de la película.
Todos ellos elaboran estrategias para sacar tajada del posible desplome del sistema inmobiliario. ¿Por qué no intentaron salvar el país? Si un político o un banquero hubieran sido conscientes de esta situación, seguro que tampoco habrían hecho nada. Porque la película no intenta engañar a nadie. El ser humano es codicioso, egoísta, y a la hora de la verdad, agarramos el primer bote y saltamos del barco y allá se las apañen las mujeres y los niños. La crítica es feroz, el capitalismo, pese a sus buenas cosas, ha creado fraude, miseria y engaños y la película muestra todos los lados negativos de no estar informados, y de banalizar la economía, una asignatura que debería ser obligatoria casi desde la infancia.
#LaGranApuesta NO es una película para todos los públicos Clic para tuitearAl final, con la sensación de que efectivamente es un documental en el que no queda más remedio que romper la cuarta pared para explicarnos cosas, “La gran apuesta” es el último intento de exponernos a los mortales por qué se originó la crisis. En el 2010 tuvimos “Inside Job” y “The company men” y sin duda habrá quién le encuentre paralelismos con “El lobo de Wall Street” (2013) pero esta es más irónica, más inteligente y más mordaz en su crítica de denunciar a los bancos como los grandes responsables y en anunciar que los pobres son los que pagan el pato. No hay subtramas que nos desvíen del argumento importante y eso, en el mundo del cine, es muy difícil de hacer sin provocar que el ritmo de la película decaiga. No la considero una película brillante, no hay giros argumentales, no hay tensión real, no hay drama, pero está muy bien hecha y, aunque siga sin ser para todos los públicos, sólo por lo arriesgado del tema, por lo novedoso ¡por fin cine comprometido! y el buen ritmo que arrastra, no me extraña que haya sido merecedora de tantas nominaciones a los Oscars.
(6,5 / 10)
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