REALIDAD: Nacer y perecer, ser y no ser.

Peter Kingsley (1953, Reino Unido) es un filósofo y escritor británico, especialmente reconocido por su revalorización y reconceptualización de la filosofía presocrática, un período (siglo VI-IV a.C) caracterizado por una preocupación cuasi-religiosa acerca de la naturaleza del cosmos (en el sentido griego del término: “orden”). En realidad, lo que a nivel general se conoce como “filosofía presocrática” comprende varias tradiciones y escuelas griegas muy diferentes entre sí: órficos, jónicos, pitagóricos, eclécticos, pluralistas y eleáticos.

En los oscuros lugares del saber (Point Reyes, 1999; Atalanta, 2006) es el libro más conocido de Peter Kingsley. Este ensayo se centra en el papel que jugaron los cultos mistéricos (órficos, concretamente) en el origen de la filosofía occidental. Realidad (Catafalque Press, 2020; Atalanta, 2021) se centra en estos mismos temas.

Los órficos contaban con la metempsicosis como núcleo principal de su corpus doctrinal. La metempsicosis promulga la existencia de un alma que ha de encarnarse en un cuerpo material para purgar una culpa originaria. A nadie se le escapa la influencia que una idea de esta clase ha tenido sobre el mundo occidental; pero lo interesante del caso es el influjo de esta creencia mística en el andamiaje racional-filosófico de occidente. Kingsley es el principal responsable de introducir esta particular visión de las doctrinas presocráticas en el canon hermenéutico contemporáneo.

La raíz irracional del pensamiento racional.

Parménides (protagonista de En los oscuros lugares del saber y de Realidad) pertenecía a la escuela eleática, pero sus enseñanzas filosóficas tienen un indudable sabor órfico. Tal y como Kingsley nos cuenta, Parménides participó en los ritos mistéricos de los órficos.

La principal aportación del filósofo eleático fue el principio de no contradicción. Este principio postula que los contrarios no pueden existir a la vez. Los contrarios definitivos son el “ser” y el “no-ser”; por tanto, si la realidad existe, el “no-ser” debe ser para poder existir. Así, el “no-ser” es no siendo.

Esta aparente paradoja lleva a Parménides a postular que el “ser” es el principio sustentador de todas las cosas. Una de las características de este principio sustentador es su infinitud (ya que si es infinito es inmutable, indivisible y a la vez eternamente divisible, etc).

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Y esta es la cabeza del cabeza 🙂

A poco que se piense en ello, no es difícil darse cuenta de que este razonamiento es bastante audaz en la esfera de la abstracción pura, pero que apenas se sostiene en el mundo fenomenológico. Las cosas que “son” (por ejemplo, una persona o un árbol) difícilmente son ilimitadas en el tiempo, inmutables o indivisibles.

Los físicos griegos (pluralistas y atomistas) intentaron resolver esta difícil papeleta. Empédocles (otro de los protagonistas de Realidad) postuló su famosa teoría de los cuatro elementos; en realidad, un intento de superar las contradicciones de Parménides. Los filósofos jónicos (Tales de Mileto, Anaxágoras, Anaxímenes, Heráclito) habían tomado como principio sustentador de la realidad uno de los cuatro elementos: el agua, el aire, el fuego y la tierra.

Y ahora, la intuición genial de Empédocles y Demócrito. ¿Cómo explicar que el “ser” es finito e infinito a la vez, si el principio de no contradicción indica que los opuestos no pueden existir a la vez? Muy fácil. Empédocles postuló que todos los fenómenos se componen en distintas proporciones de los cuatro principios fundamentales: agua, aire, tierra y fuego.

Demócrito fue un paso más allá. Tal y como explican Reale y Antiseri (Historia del pensamiento filosófico y científico, p. 66-67): “La concepción de estas realidades originarias, es muy nueva. Se trata de un infinito número de cuerpos, invisibles por su pequeñez y su volumen. Estos cuerpos son indivisibles y por tanto átomos […] Nada viene de la nada ni va a la nada, sino que todo está en el ser desde siempre y para siempre”. Sin duda, estas palabras remiten a uno de los postulados más conocidos de la teoría de la relatividad: la energía no se crea ni se destruye, se transforma.

Un paso más allá. La época de la gran sistematización filosófica griega guarda una deuda incalculable con el pensamiento de Parménides. Es decir, Sócrates, Platón y Aristóteles no habrían existido sin Parménides. Esa es la altura del titán que nos ocupa.

Y ahora, la intuición genial de Peter Kingsley: este prodigio de la razón humana que es la filosofía presocrática constituye en realidad un logro del espíritu humano.

No cabe duda de que si camináramos hacía atrás por la senda de la filosofía, nos encontraríamos con que la lógica (en el sentido de ciencia que estudia el razonamiento deductivo) tiene un fundamento o unos orígenes irracionales. Ahora bien, ¿por qué este hecho ha sido obviado u ocultado por la Academia tradicional y/o tradicionalista? Realidad pretende responder a esta pregunta, al igual que En los oscuros lugares del saber lo hizo en su momento.

Ahora bien, el planteamiento de la pregunta (que podría resumirse en lo expuesto en este artículo hasta ahora) es mucho más interesante que la respuesta. En ese sentido, Kingsley pasará a la historia por formular una pregunta fundamental, pero no por responderla como es debido.

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Una de las cosas que más se agradecen de Realidad es su estilo ligero y su amenidad, lo que no está reñido con un gran conocimiento de los temas expuestos. Kingsley consigue que su libro sea interesante tanto para los aficionados entusiastas de la filosofía como para los estudiosos de la misma.

Parménides formuló su famoso Principio de No Contradicción en un bello poema titulado Sobre la naturaleza. Kingsley se toma la molestia de desgranar verso por verso el significado de este poema místico y, por tanto, necesariamente hermético.

No obstante, los pensadores avezados sin duda apreciarán ciertas lagunas en la exposición, cierta falta de rigor académico, cierto énfasis en la teoría de la conspiración, cierto milenarismo, en suma. Por supuesto, Kingsley se asoma a abismos que cantamañanas como Juan José Benítez, Iker Jiménez o Javier Sierra no pueden ni imaginar; pero no es menos cierto que los defectos del primero alimentan los desenfrenos conceptuales y los intereses creados de los segundos. Al leer a Kingsley, uno no puede evitar pensar en aquella mítica frase de Padre de Familia: “Ni siquiera sabía que existían las cinco de la mañana. ¿Qué más me has estado ocultando?”.

Un Ícaro del pensamiento contemporáneo.

Realidad reitera las mismas tesis que En los oscuros lugares del saber, pero no cuenta con su férrea estructura, su frescura y su sabor nuevo.

Pero no quisiera que se me malentendiese. Nos encontramos ante un libro fallido, pero necesario e inexcusable precisamente por su falibilidad. Peter Kingsley fracasa como sólo pueden fracasar aquellos que pretender alcanzar la grandeza. Un Ícaro del pensamiento contemporáneo.

Realidad

9

NOTA GLOBAL

9.0/10

Destaca en:

  • La audaz tesis central de Peter Kingsley.
  • Su estilo ameno y accesible, que convierte en apasionante lo complejo.
  • Su personaje principal, Parménides: el maestro de Sócrates, Platón y Aristóteles, y por tanto padre del pensamiento (racional y religioso) occidental. Un titán de la Historia.
  • El análisis de la obra de Parménides, Sobre la naturaleza.

Podría mejorar:

  • Una exposición más rigurosa.
  • La tesis de Kingsley ya ha sido expuesta de manera mucho más acertada por el propio autor en el libro En los oscuros lugares del saber.

About Pablo Menéndez

Pablo Menéndez (Madrid, 1997) es guionista y novelista. Ha trabajado, en guion y producción, para empresas como Sony, El Corte Inglés o ATM. Como novelista ha publicado Otro mundo azul (Imagica, 2020) y La Realeza (Imagica, 2021), entre otras obras. Sigue escribiendo a diario. Opina que la mejor generación de juegos de la historia es la de PS3. Discutirá con quién sea sobre lo que sea en cualquier momento.

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