Es bien sabido que por lo general el jugador pide pero muchas veces no sabe lo que quiere. Pide innovación, pero sin que sus sagas de siempre cambien demasiado, lo de arriesgar es mejor para IPs nuevas que al final, justo por innovar, quedan relegadas al cajón de las ofertas. Sin ir más lejos, juegos de indiscutible calidad como Halo Wars, Quake 3, o Fallout 3 fueron apaleados en sus presentaciones por una legión de fans descontenta con el atrevimiento infame y deleznable de sus desarrolladoras de ofrecernos algo diferente.
Se puede innovar de muchas maneras, pero a los jugadores lo único que realmente les gusta ver cambiado y mejorado es el apartado gráfico, cualquier otro cambio por lo general viene seguido de ríos de tinta incandescente desde todas partes de Internet. Y aquí es donde entra Quantum Break (2016), el nuevo juego de Remedy, creadores del notable Alan Wake, que han decidido innovar (¡ERROR! nunca innoves, ¡copia!) con su nueva franquicia y llevar la narrativa del videojuego un paso más allá. ¿El resultado? un recibimiento por parte del público y la critica bastante frío.
Quantum Break no es un mal juego en absoluto, de hecho tiene ciertos elementos que brillan por su calidad, como el apartado gráfico que, de tanto criticar el hecho de que “sólo” funcione a 900p, parece que el mundo se ha olvidado de lo impresionante que puede resultar a nivel técnico y artístico la nueva obra de Remedy, siendo sin duda junto con Halo 5, uno de los abanderados gráficos, no solo de Xbox One, sino de toda la generación.
Otro gran acierto de Quantum Break es el uso (aunque a veces también abuso) de todas las narrativas de las que es capaz el videojuego como medio para contar historias; conversaciones y “Scripting” in-game, documentos de texto y gráficos que podemos recolectar, cut-scenes “in engine” y algunos trucos que se sacan de la manga aprovechando esa estupenda característica espacio-temporal de la que hace gala el juego y todo su gameplay. No podía quedar fuera la serie de imagen real que se nos ofrece a modo de prólogo de cada capítulo que terminamos en el juego y que, sin ser esencial para comprender la historia de Quantum Break, sí que aporta calidad, contenido y empaque al conjunto, siendo una producción que perfectamente podría pasar por alguna de las que cadenas como la FOX nos tienen acostumbrados, para bien y para mal.
Aún y con todas sus virtudes y sus ganas de innovar, no podemos dejar pasar que, a fin de cuentas y al igual que ya pasó con Alan Wake, Quantum Break no deja de ser un shooter en tercera persona con una fuerte carga narrativa entre tiroteos y algo de exploración de mapa para buscar pistas. Y es que si hablamos de Quantum Break como videojuego estrictamente hablando este no es tan diferente de otros como Max Payne ( también de Remedy, al menos los dos primeros) que ofrece mucho menos en general y sin embargo la critica lo adora, o Gears of war, un gran juego argumentalmente mucho más descafeinado en su campaña que Quantum Break y también encumbrado por los usuarios y la crítica.
¿Entonces qué es lo que falla en Quantum Break?
Realmente Quantum Break es un juego bastante bueno en todo lo que hace; narra una historia interesante la cual, además, nos permite modificar sustancialmente con nuestras decisiones, tiene unas secuencias cinemáticas muy bien orquestadas, como shooter es muy eficaz y realmente divertido de jugar, y no es corto, aunque desde luego no es especialmente largo. Quantum Break es una experiencia que en su peor momento podríamos tachar de “ligeramente pedante pero satisfactoria” y en sus momentos más lucidos estaríamos hablando de una obra “muy interesante, bien llevada a cabo y madura”.
Quizá en el punto más alto de la obra, junto al comentado apartado gráfico, podríamos hablar del “scripting“, que hace que nos sintamos dentro de un universo vivo, ocupándose de que todo a nuestro alrededor cobre vida, una vida tan artificial como en cualquier otro juego que abuse del “script” pero que sin duda sabe hacerse patente con una sutil persistencia que nos acompaña durante todo el recorrido, haciendo que éste no sea una mera sucesión de escenarios estáticos y que nos sintamos protagonistas en un entorno que de verdad parece moverse con nosotros.
En el otro lado de la moneda podríamos situar lo que para algunos será una duración un tanto escasa, de unas 10 horas, y el hecho de que Microsoft haya tomado la discutible decisión de no doblar el juego al castellano, limitándose a proporcionarnos unos subtítulos que si bien se hacen patentes durante todo el juego y la serie, no existen a la hora de escuchar o visualizar archivos de video o audio coleccionables, por lo que si no somos algo resueltos con el inglés terminaremos dejándonos bastantes detalles en el tintero.
También es cierto, volviendo al tema de la duración, que gracias a las múltiples decisiones que debemos tomar en los interludios de cada capítulo y en los fuertes cambios que estas tienen en lo posterior, que Quantum Break se antoja un juego con una buena rejugabilidad, algo que va más allá de la segunda vuelta para desbloquear logros y que le da al juego casi tanta vida en su segunda partida como en la primera.
Me da mucha pena ver como un titulo interesante, divertido y con ganas de hacer algo nuevo en cuanto a narrativa (aunque desde luego no está inventando la rueda) termina recibiendo unas notas tan regulares por parte de “los grandes” de la prensa, que un año más encumbran al “Assassin” de turno mientras, como no, se quejan de la falta de franquicias y de innovación en la industria.
Sólo os digo que si en su momento os gustó Alan Wake, el mítico Max Payne o ya salvando las distancias juegos como Uncharted, debéis darle una oportunidad a este Quantum Break que, sin ser la octava maravilla del videojuego, os hará pasar un rato fantástico disfrutando de un buen gameplay, una buena historia en la que nuestras decisiones cuentan de verdad y de paso una buena serie.
Es bien sabido que por lo general el jugador la prensa pide, pero muchas veces no sabe lo que quiere.
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El juego esta traducido en castellano y doblado a español latino
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