LOKI (T2): la madurez del antihéroe.

La primera temporada de Loki en 2021 nos pilló a todos desprevenidos. Quizás porque esperábamos otra bazofia como las que viene estrenando Marvel de unos años a esta parte. Igual esperaban que el embudo tragara de forma infinita y les ha pillado desprevenido que los fans acabáramos hastiados de películas y series que no tenían nada que contar (con honrosas excepciones, por supuesto). Pero Loki es directamente otra cosa. Es la historia de redención de un hombre al que habían etiquetado toda su vida con un cartel gigante en su espalda con la palabra villano. No resultó una historia de origen de personaje y, aunque sólo fuera por estos detalles, merecía la pena que le diésemos una oportunidad. Eso, y ver a Loki vestido de funcionario.

Y si llegados a este punto no habéis hecho click en el enlace de Loki (literalmente, la quinta palabra de este análisis) os invito a hacerlo por doble razón: me salió estupendo, estoy muy contenta de esa crítica; y segundo, os pondréis en contexto. Loki nos acerca tanto a la fase 4 del UCM como al propio dios de Asgard y la evolución del personaje es digna de mérito. ¿Qué puede ofrecer entonces una segunda temporada de Loki?

Obviamente, no había terminado la historia. Muchos arcos sin cerrar, problemas que resolver y el proceso de redención de más de uno tiene que seguir gestándose. La segunda temporada de Loki (2023) es más caótica, más personal y nos genera dudas sobre aquello que debemos hacer los humanos con nuestras responsabilidades.

Lo bueno es que en esta ocasión los personajes, con sus acciones, nos van haciendo cambiar la opinión que teníamos de ellos. La actuación insulsa o el personaje plano ya no te lo parece tanto. También ayuda a ello los cambios de escenarios (aunque siempre gira todo en torno a la AVT y la sagrada línea temporal), la evolución de la historia y un ritmo tan divertido como trepidante. ¡Ah! Y las actuaciones de Owen Wilson como Mobius y Ke Huy Quan como Ouroboros; personajes sencillos con la capacidad de llenar la escena. Indudablemente, Loki T2 es más divertida que Loki T1. Y eso sabiendo que ahora las escenas dramáticas son posiblemente más abundantes y crudas.

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Pero cuando pensábamos con desgana que Marvel nos lo había dado todo masticado, esta segunda temporada nos sorprende. Los multiversos llegan a escena y Loki (Tom Hiddleston) se ve zarandeado por las consecuencias que semejante detalle tiene sobre todas las tramas. De hecho, se podría decir que toda la T2 está influida por la idea de los saltos temporales. Sin embargo, esta vez no nos encontramos con un Loki zarandeado por las consecuencias de los viajes en el tiempo y las divergencias espacio-temporales creadas por las decisiones (o el azar, o el destino o… ¡ah! Los complicados-toca-huevos, peliagudos y amenazantes viajes en el tiempo…). No, en esta ocasión Loki se hace responsable de su propio destino en lo que muchas veces se siente como una carrera contra el tiempo (paradójicamente, como ya veréis).

Para salir del bucle Loki debe encontrar su propósito.

El caso es que esa evolución de Loki parte de la premisa de olvidarse de uno mismo para buscar el bien mayor. La etiqueta de villano cambia para ser un antihéroe entrañable… ¿o un héroe con mayúsculas? El Dios de las Mentiras está descubriendo que no necesita de la aprobación o el reconocimiento de los demás, que le basta estar en paz consigo mismo.

El caso es que solemos ver a Loki como el antagonista (igual que en cualquier película de Marvel vemos al protagonista de turno como el héroe y salvador natural), pero no nos fijamos en el resto de personajes, que muchas veces son peores. Las actuaciones de Loki van inclinándose cada vez más hacia el Bien, mientras que el resto de personajes se van haciendo más grises. Es el caso de la jueza Ravonna Lexus Renslayer (Gugu Mbathha-Raw), la cazadora B-15 (Wunmi Mosaku), la variante de Loki Sylvie (Sophia Di Martino), el científico Victor Timely (Jonathan Majors), la General Dox (Kate Dickie), el cazador Brad Wolfe (Rafael Casal) e incluso de la IA antropomórfica Miss Minutes (Tara Strong), abriendo aún más la ventana a la especulación de muchos más detalles de las IAs que han tomado conciencia de sí mismas.

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Y es que, como la misma serie nos propone, destrozar es fácil, aniquilar es fácil. Tratar de arreglar lo roto es lo difícil. Loki se sorprende a sí mismo saliendo de la barbarie en la que entra cualquier ignorante (ya sabéis, esa espiral en la que entra todo aquel que, incapaz de apreciar la belleza, decide destruirla), para ser el protector de dicha belleza. El protector por tanto de la vida, de la cultura, de la libertad. Pero ese reinado, como a cualquier monarca que se precie de serlo, no es algo que salga gratis o por derecho de nacimiento. Y a ese héroe o antihéroe sí podemos respetarle, entenderle y apoyarle.

El caso es que esta responsabilidad es, con toda probabilidad, la mayor que existe. Nos hemos pasado la vida repitiendo las palabras del tío Ben “un gran poder conlleva una gran responsabilidad” y transportándolas a todo superhéroe que se nos cruzara en el camino. No habíamos incluido a Loki en el petate porque… bueno, es el villano, ¿no? Pero a lo largo de los seis capítulos de esta segunda temporada vemos cómo Loki descubre su propia responsabilidad. Y los espectadores lo apreciamos, lo aplaudimos y nos congraciamos con él. Y por una vez no lo hacemos porque sea tremendamente divertido, o por el carisma del personaje. Sino porque entendemos que no puedes dar libre albedrío y largarte. Porque una vez que has elegido tu carga, ya no hay consuelo, sólo aceptarla y, si tienes suerte, ser feliz con ella. Al final, Loki tiene como tema central la madurez y de eso, mal que nos pese, los seres humanos sabemos un rato.

Loki T2

8.5

NOTA GLOBAL

8.5/10

Destaca en:

  • Mejora a la T1 en las cosas esenciales.
  • Mantiene buena historia, ritmo y efectos especiales.
  • Tom Hiddleston está que se sale, el tío.
  • Catártico capítulo final.
  • Una enseñanza que no ves venir y que es genial.

Podría mejorar:

  • Todavía le queda un poco de camino a los personajes secundarios para estar a la altura de la trama.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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