THE CREATOR: ¿quién necesita las leyes de la robótica?

The Creator (2023) tiene algunas cosas buenas que te hacen, de primeras, querer ver la película. No está basada en nada: ni refritos, ni franquicias, ni siquiera libros. Su universo es genuino y, aunque tiene inspiraciones a la mitad de los cómics y películas frikis hechos en las décadas de los 70-80, se le puede conceder el mérito de querer aportar algo nuevo.

También podemos destacar la excelente fotografía y la dirección. Gareth Edwards (Monsters, Godzilla, Rogue One) está acostumbrado a las superproducciones y realiza un gran trabajo para que el espectador se sienta maravillado tanto con la presentación del universo como con lo satisfactorio del rodaje. Su estilo de dirección ha conseguido mantener mi interés en la película durante todo el metraje y, ya os adelanto que, visto lo visto, es todo un logro.

Pero sigamos con las cosas buenas. Junto con los efectos especiales, su diseño artístico es el punto más fuerte de The Creator. A medio camino entre las películas de Neill Blomkamp (Distrito 9, Chappie), el videojuego Cyberpunk 2077 y las obras del artista y músico Simon Stalenhag, con esa mezcla de futurismo y mundo rural (no, la parte bucólica no, sólo lo rural).

Y este despliegue de medios lo han conseguido con un presupuesto que, comparado con otras películas del género, es bastante escaso. Nah, apenas 80 millones de dólares. Y todo sonaba estupendamente gracias a que consiguieron cazar para la música nada menos que a Hans Zimmer. Así cualquiera.

Pues ni así. Empieza la película y ves que el guion patina de tal manera que ni los esfuerzos de todos los especialistas hasta ahora nombrados consiguen hacerla remontar. The Creator tiene agujeros de guion de tal calibre y en tal cantidad que hace que las cosas que ni me importaban (como el argumento) cobren especial importancia.

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The Creator es básicamente la historia de El Chico de Oro (1986) versión ciencia ficción y con ausencia total de humor. Originalmente, los humanos y las inteligencias artificiales convivían desde que estas últimas fueron conscientes de su propia existencia. No obstante, una bomba detonada por una IA acabó con las vidas de más de un millón de personas, dividiendo al mundo en pro-IAs y anti-IAs. EEUU contra la unión de las Asias. Joshua (un anodino John David Washington) es reclutado para matar al Creador (una suerte de arquitecto de IAs) que ha creado un arma capaz de inclinar la balanza de la guerra en favor de las Asias. Cuando descubre que el arma en cuestión es una niña-IA (Madeleine Yuna Voyles) sus creencias comienzan a tambalearse.

La historia es tópica e incluye un compendio de clichés del género (del malo, no del bueno) en los que hay cabida para todo lo que nos aburre normalmente.

Los robots no tienen razón de ser; su presencia no está justificada. Puedes entender que existan como mano de obra, pero en la unión de Asias parece que prácticamente sólo hay IAs y niños huérfanos. Allí siguen conservando los derechos humanos otorgados por sus creadores, pero The Creator se olvida de mostrar las diferencias entre los sentientes y las réplicas, provocando que no haya en su comportamiento nada que diferencie a ambos.

Y una IA no puede actuar como un ser humano. Si pensamos en la duda, por ejemplo, asumimos esa cualidad (o defecto) como algo intrínsecamente humano. Las inteligencias artificiales, vaya por delante, no dudan.

Si pensamos en la película Ex Machina, esta analiza las IAs desde un punto de vista más completo, complejo, interesante y, sobre todo, más congruente. No es que se hayan planteado en The Creator un punto de vista diferente y por eso tengamos que respetarlo, es que eso no son IAs. El hecho de que sean conscientes de sí mismas no significa que hala, ya se comporten como los seres humanos. Si hay algo que sabemos a estas alturas de una IA es que nunca dirá algo que no quiera decir.

Isaac Asimov en Fundación (libro o serie) trata el tema de los robots con coherencia. Nadie hace nada que esté fuera de su programación y las IAs no hacen nada que no quieran hacer.

Todo esto es una forma de llegar a esta gran duda: ¿Por qué las inteligencias artificiales desarrollan sentimientos como los seres humanos?

Recuerdo el anime Parasyte en el que se hablaba de cómo los parásitos querían convivir con los humanos y, por ello, intentaban parecerse lo más posible a ellos, mimetizarse. Y ello implicaba intentar desarrollar sentimientos, emociones. Había una justificación. Las IAs de The Creator no lo necesitan (bueno, y visualmente no se pueden ocultar…), la historia no lo requiere, pero ahí están, mostrando toda una gama de emociones humanas.

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Si es un robot… ¿qué necesidad hay de arroparle con una mantita? Y así una y otra vez…

 

Dicho lo cual, es una tremenda ironía que la relación entre los dos protagonistas no sea creíble. No se forja ninguna relación, no hay ninguna historia que genere una catarsis que haga que uno pueda empatizar con la situación, justificaciones y creencias del otro. Ni las actuaciones de Gemma Chan, Allison Janney, Ken Watanabe o Sturgill Simpson consiguen mitigar esta realidad.

Pero nosotros podemos filosofar.

Si algo bueno hemos sacado de esta película es que nos ha hecho filosofar y ese es uno de los objetivos de la ciencia ficción. En realidad, casi toda la conversación posterior al visionado que sostuve tanto conmigo misma como con terceros trató de cómo explicaros los agujeros de guion sin hacer spoilers, pero no puedo, es imposible.

Y lo cierto es que no es que existan preguntas sin respuesta, sino que las respuestas que nos ofrece la película no tienen sentido en casi todas las cosas importantes. The Creator estaba concebida para ser una película que nos mostrara las inteligencias artificiales y fracasa rotundamente en ello.

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Tiene una relación más estrecha y más creíble Alfie con esa máquina que con Joshua.

 

Pero nosotros podemos filosofar porque el film nos da las herramientas para ello. Por supuesto, no nos encontramos ante Ghost in the Shell y su profundidad a todos los niveles, pero la idea del transhumanismo es uno de los temas fundamentales en estos futuros siniestros que nos plantean estas obras y The Creator pone con rotundidad el tema sobre la mesa. ¿Lo aborda? No, sólo lo insinúa, pero si sois como yo y no queréis que os den las cosas masticadas, podréis encontrar vuestra propia discusión sobre el uso de las inteligencias artificiales.

En este sentido, The Creator resulta muy satisfactoria. Por lo demás, es una pena que, tras ofrecer un espectáculo visual tan rotundo, no exista nada de sustancia por aportar. Yo sólo puedo pensar: ¡Por Thor, que alguien haga algo con esos agujeros de guion!

The Creator

4.8

NOTA GLOBAL

4.8/10

Destaca en:

  • Visualmente espectacular.
  • Una muy acertada dirección de Gareth Edwards.
  • Era bonito pensar que iban a tratar el tema del transhumanismo…

Podría mejorar:

  • …pero el guion es muy malo y no llega a tanto.
  • Actuaciones anodinas.
  • Cero química entre los protagonistas. No es creíble su relación.
  • AGUJEROS DE GUION.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II

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