Cuando oímos hablar de Canadá y Estados Unidos nos imaginamos una relación no muy normal la cual siempre ha ocasionado pequeñas rencillas que a lo largo de la Historia han servido para incentivar la imaginativa idea de un conflicto entre ambas naciones. ¿Qué pasaría si estas rencillas desataran una guerra a gran escala entre ambas naciones? ¿Cuál sería la magnitud de este conflicto?
Con esta premisa el genial guionista Brian K. Vaughan (Guionista de grandes obras como Los leones de Bagdad o las actuales Saga o Paper Girls) y el genial dibujante Steve Skroce nos adentrarán en un cómic autoconclusivo con una trama repleta de acción, una ambientación de thriller futurista con pinceladas de humor negro y ese genial toque satírico que Vaughan siempre utiliza en sus obras.
La historia nos sitúa en el año 2112 en medio de una invasión por parte de Estados Unidos a sus vecinos canadienses para hacerse con el control de los recursos acuíferos; todo esto vendrá causado por el aparente atentado terrorista que se llevó a cabo a la Casa Blanca por parte de los canadienses, un atentado que causó que EEUU bombardeara los principales núcleos de población en Canadá y comenzara así un conflicto a gran escala. En uno de estos ataques, Ámber y su hermano sufrirán la perdida de sus padres, marcándoles de por vida y ocasionando que, después de doce años, Ámber se reúna con el escuadrón 2-4, la última célula de resistencia de Canadá que pondrá bajo problemas a la gran fuerza militar de EEUU.
Sin duda, nos encontramos frente a un cómic con mucha carga política donde el principal punto de enfoque se centra en analizar el conflicto entre ambas naciones, pero no desde una visión de buenos y malos, si no que Vaughan intenta hacer un ejercicio mental para que veamos dicha confrontación mediante una gran gama de grises haciéndonos ver que los buenos quizás no sean tan buenos y que todo depende del punto de vista con el que contemos la historia. Una de las características con las que Brian K. Vaughan suele contar en sus obras es la utilización de cuestiones políticas para desarrollar temas sociales como la guerra o la familia de una manera muy directa y sin rodeos, donde dicha carga recae principalmente en unos personajes repletos de matices que nos irán mostrando ambas partes del conflicto.
Como principal protagonista contamos con la presencia de Ámber, una mujer airada que podríamos ver como la heroína que salvará Canadá de la invasión, pero Vaughan nunca lo pone tan fácil, ya que juega con la idea de que Ámber no es ninguna heroína, sino la misma personificación de la venganza movida por el dolor y moldeada por causas ajenas a ella que le han situado en el mismísimo centro del conflicto. Con esta representación lo que se nos quiere hacer pensar es en la idea de que la venganza y la guerra no trae más que desgracia y dolor para ambas partes sin haber un claro beneficio más que la satisfacción de causar la muerte a aquellos que vemos como el enemigo.
Por otro lado contamos con la presencia de la teniente Ma’am, una clara representación de la idea tan arraigada de que Estados Unidos es el enemigo y los principales señores del mundo. EEUU se nos muestra como una potente fuerza militar haciendo las funciones de policía y siempre posicionada desde un punto de absoluta autoridad, provocando que la lucha de esta célula de resistencia la veamos como algo necesario que sirve para mantener la esperanza de cambiar las cosas y vencer al gran enemigo que nos oprime y nos aniquila; pero Vaughan vuelve a darnos la vuelta a todo y poco a poco nos va mostrando la idea de que dicha resistencia únicamente se puede ver como un claro terrorismo, teniendo como único fin continuar con la guerra y acabando así con muchísimas vidas a su paso, escudándose en la idea de libertad para matar y perpetuar una imagen de opresión en el enemigo que quizá, y solo quizá, no sea tan clara como creamos.
Todo esto lo vemos ilustrado por el genial Steve Skroce, un artista que andaba un poco alejado de las viñetas y que volvió para mostrarnos que aún sigue dando todo su potencial al máximo. Sus lápices nos provocan una sensación de incomodidad que casa muy bien con la angustia y hastío que provoca el guion, creando así una personalidad única con la que dota al cómic, para nuestro deleite. Pero sin duda el punto fuerte es el espectacular diseño que hace de las armas, máquinas y robot que utiliza EEUU, creando una novedosa representación de armamento futurista que se adecua muy bien a la realidad posible que dichas armas podrían llegar a tener en caso de existir. Y no nos podemos dejar atrás el increíble trabajo que realiza el colorista Matt Hollingsworth, dando verdadera vida a Canadá con tonos fríos que juegan con los cálidos impuestos en la representación de E.E.U.U., creando una atmósfera increíble donde las explosiones y la sangre están llenas de fuerza visual.
Sin duda un cómic que te hará ver la guerra desde otro punto de vista a través de unos personajes profundos que rozan la línea entre lo correcto y lo incorrecto, dejando entender que el conflicto entre naciones es más que los intereses de unos pocos y sus venganzas personales. Un claro ejemplo de que con una historia medianamente simple se pueden tratar temas muy sociales y hacernos replantearnos nuestra idea del bien y mal.
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