Pocas veces vemos el tráiler de una película y nos resulta ya irresistiblemente atrayente; Mank, sin embargo, provocó con esas breves pinceladas oleadas de emociones que iban desde considerarla automáticamente una secuela espiritual de Ciudadano Kane, hasta evocarnos un cine de casi 100 años de antigüedad en el que Hollywood quedaba retratado con sus glorias y miserias. Deseas ver la película desde ese primer tráiler porque, ¿de qué forma puede empeorar? ¿cómo no querer ver unidas todas esas escenas en blanco y negro formando una estupenda película? ¿quiénes serán los intérpretes que nos harán querer disfrutar de algo que no sabemos qué es, metacine, crítica social, biopic, drama, lo que se huele como un clásico instantáneo? O todo ello, o nada, o simplemente un homenaje. No podía esperar a dejar de elucubrar y ver por fin Mank.
Para aquellos que, como yo, estudiamos Ciencias de la Información y nos obligaban a ver Ciudadano Kane en los primeros días de carrera, no podíamos entender cómo era considerada LA obra maestra por excelencia del cine. Esa obra que cambiaba el paradigma del cine, el antes y el después, el film por antonomasia de arte y ensayo, aquella película que, en definitiva, sentaría las bases de cómo debía hacerse el cine para poderlo llamar ARTE con mayúsculas.
Han pasado muchos años de aquella Ciudadano Kane. Y que me aspen si no era aburrida a morir la película. La idea de que, después de un estupendo tráiler, Mank resultara ser simplemente un homenaje o una secuela espiritual me aterraban porque, si el cine no ha evolucionado nada desde Ciudadano Kane, si para intentar hacer una obra de igual calado y magnitud debemos simplemente remitirnos a lo que se hizo en el siglo pasado, ¿por qué molestarnos ni siquiera en visionar Mank? Pero afortunadamente, algo hemos aprendido.
La sinopsis es ligeramente compleja: mediante el uso de flashbacks, la película se mueve durante 1940 y durante la década de los ´30 siguiendo la estela de Herman J. Mankiewicz, “Mank”, un guionista excéntrico, bocazas y alcohólico, interpretado magistralmente por el incombustible Gary Oldman, con quien se pone en contacto el chaval prodigio Orson Welles (Tom Burke), quien acaba de conseguir libertad absoluta para su próximo proyecto con RKO (si conocéis algo de la biografía de O. Welles, esta historia no tiene desperdicio). A partir de entonces se suceden las escenas sórdidas, los trapicheos políticos, los efectos del crack del 29 y todos los chanchullos que los estudios cinematográficos cometían en pro de ganar dinero, aunque fuera sucio.
¿Qué deberíamos pedirle a la industria del entretenimiento?
Mank no será la primera ni la última película que hable del sucio mundo del cine en general y del hollywoodiense en particular (recordemos, sin irnos muy lejos en el tiempo, The Artist, o Hail Caesar). Podría mirar al pasado y criticarlo, pero no le hace falta ya que sus temas siguen vigentes hoy en día. Con una narrativa absolutamente espectacular en un guion perfectamente hilado, David Fincher (Alien 3, Seven, El Club de la lucha, El curioso caso de Benjamin Button, etc, etc) quiere mostrar cómo los grandes poderes, directores, magnates, periodistas, aquellos que ostentan tanto el poder como el dinero, pueden acabar con las esperanzas de los que quieren reconocimiento (y ganarse la vida) con su trabajo.
Lo hemos visto miles de veces. Guionistas en la sombra, autores negros, becarios mal pagados…la lista de personas ofendidas y vilipendiadas es infinita y todos son ellos son Herman J. Mankiewicz, un genio que, pese a su agresiva autodestrucción, hace algo brillante y lucha por hacer que, entre tanta sombra en su vida, eso sea la luz que le redima.
Yo lo entiendo. No puedes saber, por muy brillante que te parezca, cómo será de reconocido tu guion años después. Tolkien no sabía el alcance que tendría El Hobbit, Cervantes ignoraba el poder de El Quijote, Jane Austen desconocía el impacto de Orgullo y Prejuicio… y así cientos de autores que escribieron sus obras intentando plasmar su genialidad en ellas. Veo Mank y no sólo veo un estudio cinematográfico de primera categoría, con la sensacional fotografía de Erik Messerschmidt, el evocador vestuario de Trish Summerville, la banda sonora que literalmente te transporta a los años 30-40 de Trent Reznor y Atticus Ross, las espectaculares interpretaciones de Gary Oldman, Amanda Seyfried, Charles Dance, Sam Troughton o Tuppence Middleton. No, ni siquiera me quedé con la sensación de que aunaba entretenimiento con buen hacer. Tengo claro que, con los meses y después con los años, se analizará Mank como “la nueva Ciudadano Kane” y “obra maestra por derecho propio” y los cinéfilos verán las metáforas, alegorías y cientos de minúsculos detalles en cada fotograma y que harán que todos esos premios otorgados estén más que merecidos. Yo me quedo con cómo nos comunica la información.
En este mundo en el que ya está todo contado, el cómo transmitimos la información y las emociones, la forma que tenemos de comunicarnos, se refleja en Mank como si de un juego de ilusionismo se tratase. No es especialmente sutil, el propio protagonista y su histrionismo no permiten que así sea, pero hay algo en la filmación, en las sombras y luces de la película, en esa visión casi romántica con la que contrasta tanto el borracho Mank que hacen que nos preguntemos: ¿qué deberíamos pedirle a la industria del entretenimiento? ¿qué me merezco yo como ser humano trabajador inmerso en ella? Hay una ideología que impregna todo el film que poco tiene que ver con los debates políticos (auge del fascismo alemán, socialismo…) y que es más casero, más personal.
¿Qué es importante que perdure?
Vivimos actualmente en un mundo globalizado donde la saturación de información, la imposibilidad de estar plenamente informados y nuestro desinterés por los problemas del mundo provocan que las fake news, los líderes corruptos, las injusticias sociales y los intereses ocultos sean el pan nuestro de cada día. El protagonista de Mank convive con todo ello de la misma manera que hoy, en 2021, vivimos nuestro propio infierno mediático. La Historia repitiéndose plasmada en una genial obra de 131 minutos que nos entretendrá a la vez que nos hará reflexionar. ¿Qué camino deberemos tomar ante la información que hemos obtenido? ¿Cómo posicionarnos? ¿Dónde plantarnos en pro de mantener nuestra dignidad? ¿Qué valor tenemos como trabajadores si renunciamos a la autoría de nuestro trabajo?
Ha hecho falta que el tema de la película fuera el proceso de creación del guion de Ciudadano Kane, la gran obra del mundo cinematográfico, para que nos planteásemos verla. Un largo camino para que nos parásemos a pensar (una vez más) en la importancia del trabajo bien hecho, lo podrido que está Hollywood y la gran crisis que sufre la gran pantalla. Al fin y al cabo, se ha estrenado en Netflix, ¿no es así? O… o quizás no sea eso lo importante… igual Mank debe seguir la estela de Ciudadano Kane y ser estrenada sea como sea, pese al Covid, pese a la crisis del cine, pese a todo. Y que lo que perdure sea el ARTE.
Buen trabajo Susana. La verdad es que después de leerte me dan ganas de volverla a ver. La ví a principios de febrero y no me pareció tan buena como para tener 10 nominaciones, más bien para tener 2 Oscars como finalmente ha tenido. La fotografía muy buena, aunque para mi y a pesar de ser B/N, es mejor la de Nomadland aunque sea en color. El guión del padre de D Fincher no me gustó, demasiado enredado mostrando el Hollywood de los 30 (una vez más) y la “contaminación” entre cine, política, alcoholismo, manipulación de medios… y para terminar el desmerecimiento de O Wells frente al ensalzamiento de Mank, no se si no hubiese aparecido como guión de ambos, si Ciudadano hubiese tenido el Oscar de guión. Tampoco me gustó demasiado la imitación del montaje al estilo Ciudadano Kane, puzle de muchas piezas demasiado pequeñas y complejas.. En fin, sólo le puse un 7, pero después de leer tu magnifica critica, si la volviese a ver seguramente la puntuaría mejor. ¡Enhorabuena!
Muchas gracias por opinar, Mariano. Lo cierto es que, como dije al final del artículo, creo que es una obra que se irá engrandeciendo con los años; siempre habrá motivos “de queja”, pero en general es un estilo de cine que no se suele dar (por lo complejo, por lo polémico, por lo poco comercial, etc) y sus resultados son muy satisfactorios. Piensa que igual no es tan malo que una obra se quiera “enfrentar” a la todopoderosa Ciudadano Kane.