AMANECE, QUE NO ES POCO: aquí lo que hay es libre albedrío

La filmografía española está llena de malas películas. No hablaremos de ellas hoy, sin embargo (y afortunadamente). Pero es inevitable que, cuando las comparamos, Amanece, que no es poco (1988) brille con luz propia por su originalidad, su humor surrealista y una personalidad que no sabemos bien si le viene por nuestro gusto por las cosas absurdas o porque por sí misma ofrece algo que nos atrae irremediablemente.

30 años más tarde de su exhibición en la gran pantalla de la mano del director José Luis Cuerda (responsable de otras joyitas como La lengua de las mariposas y Los girasoles ciegos) esta película, que originalmente iba a ser una serie, es un fenómeno global con multitud de fans llamados “amanecistas” y cientos de homenajes que nos recuerdan que el cine surrealista (o como se denominó a esta película “surrualismo”, formando trilogía con Total y Así en el cielo como en la tierra) aún tiene muchas cosas por seguir enseñándonos.

Y si bien todo esto es cierto, lo que caracteriza a Amanece, que no es poco son un cómputo de elementos que, si no se analizan por separado, no se desentrañan entre la maraña de acontecimientos, que no pueden ser calificados de otra manera que raros, que se suceden durante la hora y cincuenta minutos que dura el film.

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¿Quién puede olvidar esta escena tan hilarante entre padre e hijo?

Y es que Amanece, que no es poco es una mezcla de sofisticación y ruralismo, representada la primera sobre todo por los diálogos entre los habitantes del pueblo y lo segundo por todo lo demás.

Es esta sofisticación dentro de un ámbito rural la que le da ese aspecto surrealista y algo grotesco a una película que, de otro modo, no tendría mucho que ofrecer y cuyo único hilo conductor es un viaje en sidecar que realizan un padre y un hijo. El carácter costumbrista, realista, tan cercano a la picaresca española, a la literatura de Berlanga o Azcona, a las películas de los Monty Python o al cine de Wes Anderson (como pronto veremos en la última película de José Luis Cuerda, Tiempo después, del 2018) sintetiza en clave de humor la idiosincrasia del pueblo español, y más concretamente de esos encantadores pueblos de Albacete donde se rodó la película.

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La mítica conversación: “Calabaza, yo te llevo en mi corazón.” Cuando escuchéis de nuevo esta conversación, cambiar a la calabaza por Jesucristo. 😉

Todo ello es lo que le da cuerpo a Amanece, que no es poco, realzándolo con unas señas de identidad muy suyas: las relaciones interpersonales entre los habitantes del pueblo, marcadas por un cariño desmesurado; la autoridad legal o moral que ejercen unos habitantes sobre otros, y los temas que se tratan a lo largo del film, tan importantes como vigentes a día de hoy, y que son un reflejo de la forma de pensar que tenía José Luis Cuerda.

Esto acaba derivando, si damos por hecho que el guionista y director era una persona culta, en que la película acaba adoptando parte del carácter de él mismo. No sólo plasma las vivencias suyas y de su familia en Albacete, desdoblando la realidad (como él mismo diría) para crear otra realidad, sino que le otorga un sentido del humor muy particular, fruto de cómo vería él las cosas, mezclado con algo de crítica a los sistemas imperantes y, por supuesto, de cómo está España en general.

En este pueblo, se ejerce el libre albedrío ante todo.

Desfilan por Amanece, que no es poco conversaciones y escenas sobre artistas y escritores de renombre, sobre política, medicina, ciencia, prostitución, libertades básicas, el papel de las autoridades civiles y militares, el racismo, el feminismo, y muchos otros temas que, tratados en la disparatada forma en que lo hace la película, generan tanta empatía como hilaridad en el espectador.

Ello también es debido a la gracia con la que interactúan actores consagrados como Antonio Resines, Paz Vega, Gabino Diego, José Sazatornil, Luis Ciges, Aurora Bautista, Enrique San Francisco, Casto Sendra y otros muchos intérpretes del panorama español, al mezclarse con los extras salidos efectivamente de Ayna, Molinicos y Liétor, los pueblos de Albacete donde se rodó la película.

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Métodos modernos de aprendizaje. Este profesor aboga por cantar.

A día de hoy no hay anécdota de Amanece, que no es poco que no cause risa ni escena completa que no provoque estupor. Así mismo, pocas personas he conocido que tras ver esta película coral de humor absurdo no se sientan atraídas por su ingenuidad, su lenguaje y su sencilla filosofía. Afortunadamente para nosotros, los que volvemos a ella una y otra vez, Amanece, que no es poco da igual que envejezca mal o bien, se disfruta de igual manera.

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Amanece, que no es poco

8.8

NOTA GLOBAL

8.8/10

Destaca en:

  • Risas garantizadas
  • Interpretaciones y diálogos soberbios
  • Un humor muy loco

Podría mejorar:

  • Es un humor muy español, con todo lo que eso conlleva: puede no gustarte, puede que no lo entiendas.
  • Su falta de argumento le resta interés a mucho público

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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