Pocos iconos de la cultura pueden generar tanta nostalgia y afecto en una persona, haya nacido en el s. XX o en el s. XXI, como la figura del fontanero Mario. Y nada más sorprendente que ver a Nintendo aflojar la soga para permitirnos disfrutar de una película familiar. No exagero cuando digo que el hecho de que Illumination haya conseguido producir Super Mario Bros: La Película (2023) es casi un milagro.
Si hace poco analizaba Dragones y Mazmorras Honor entre ladrones y me maravillaba de que se hubiera podido romper la maldición de aquella terrible primera película del 2000, ahora vuelvo a asombrarme de que Nintendo haya cedido la propiedad intelectual de un producto como Super Mario, teniendo en cuenta lo increíblemente mala que resultó el live action de Super Mario de 1993. Han pasado 30 años de aquel fiasco de crítica y taquilla y Nintendo tiene la memoria muy buena, tan buena como sus fieles seguidores.
En realidad, no es la primera adaptación cinematográfica de animación que se realiza (hay otra de 1986), pero sí que ha resultado tremendamente mediática, con toda probabilidad por el bagaje que tenía detrás.
Y al igual que con Dungeon&Dragons, hablar de adaptación de un argumento de un juego es complicado. Mantiene algunas ideas constantes en los juegos (por ejemplo, ese Bowser enamorado de Peach), pero en general hace uso de un argumento inventado, sencillo y que le permita meter todos los guiños posibles.
Al más puro estilo isekai, los hermanos Mario y Luigi, fontaneros y socios, son transportados desde Nueva York hasta el Reino Champiñón el primero, y el segundo a las Tierras Oscuras (en un claro homenaje al fantástico videojuego Luigi’s Mansion). Bowser, en su intento de casarse con Peach, dirige a su ejército de Koopas en busca de la Superestrella, que le permitirá dominar el Reino Champiñón y usarlo como moneda de cambio. Mario, acompañado de Toad y Peach, pedirá ayuda en el Reino de la Jungla al rey Cranky Kong y a su hijo Donkey Kong.
Resulta que el respeto es enemigo de la creatividad.
Así es. El gran respeto que Nintendo, Illumination y Universal Pictures sienten por la franquicia de Super Mario provoca un problema de creatividad. Imagino que el objetivo es acertar con Super Mario Bros: La Película para así conseguir permiso para hacer más películas de Super Mario (y que los engranajes de las máquinas de hacer billetes no paren de girar).
El problema es que este mismo respeto provoca que los gags no sean demasiado buenos, convirtiéndose en una película no tan graciosa como esperábamos. Es cierto que se apoya en la ya mencionada nostalgia para funcionar y los resultados son buenos. También ayuda que, pese a los guiños constantes a los seguidores de toda la vida, el público objetivo son los niños. Es como si los guionistas hubieran dicho, tú hazla para niños, que el padre que acompaña a su hijo tiene muchos guiños a TODOS LOS JUEGOS de la franquicia para entretenerse.
Y esto provoca una película cuya trama es muy obvia, poco original y sin sorpresas. ¿Es lo que nos esperábamos?
Por mi parte no. Se trataba de Illumination y eso significa tres películas de Gru, mi villano favorito. Significa también Minions y Minions: el origen de Gru… en fin, significaba risas garantizadas. Sí, la factura técnica también la esperaba. Ahí, de primer nivel, como siempre. Pero significa mucho humor. Y Super Mario Bros: La Película no es así y piensa que con todas las referencias es suficiente y, por si acaso, hace que las más abundantes sean del Super Smash Bros y Super Mario Cars. Puede que la niña que hay dentro de mí lo disfrute, pero la adulta quiere un mensaje para ella, no una reafirmación del mensaje para niños.
Por supuesto, cambios… haberlos los hay. Era inevitable que modificaran el personaje de Peach para hacerlo más proactivo. Ahora es una princesa con carácter que quiere salvar a su pueblo de acogida y acabar con Bowser. Incluso su relación con Mario tiene ligeros toques de pelar la pava que son interesantes y dan fuerza a la trama. Independientemente de las razones de paridad, o eliminación de sexismo o empoderamiento de la mujer o cualquier otra razón que hayan querido dar, este cambio, en una película de animación, era muy lógico y está justificado.
Lo que quizás resulte más polémico sea el doblaje de las voces de los personajes, en los que han intervenido famosos en vez de tirar del doblador oficial de todos los juegos de Mario desde los tiempos de Super Mario 64, poniendo voz tanto a Mario como a Luigi, así como a montones de personajes secundarios. Me estoy refiriendo, por supuesto, a Charles Martinet. La decisión marketiniana de usar a famosos como Chris Pratt, Anya Taylor-Joy, Charlie Day, Seth Rogen o Jack Black y delegar la voz original de Charles Martinet a un cameo es hacer un feo de los gordos al actor. Quizás, excluyo a Jack Black porque es cantante y músico, interpreta a Bowser y este tiene una actuación musical en la película.
¿Qué más puedo decir de Super Mario Bros: La Película? Que gustará a todos (ahí están las cifras de taquilla, demostrando que lo está petando en todo el planeta), pero no es memorable y, al no atreverse a salir de la zona de confort acabará siendo mediocre. Es una pena, pero por lo menos nos seguirán quedando los videojuegos.
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