¡SHAZAM!: un superhéroe para todos los públicos

Desde que se publicó la primera noticia comentando que iba a estrenarse una película llamada ¡Shazam! basada en el superhéroe de DC (que muchos conoceréis también como Capitán América) los comentarios fueron de índole escéptica ante lo que solemos llamar un héroe de tercera fila. Lo mismo ocurrió con Aquaman, por quien nadie, por lo menos hasta ver el tráiler y a un gallardo Jason Momoa, daba un duro.

Estas películas parecen el intento de las grandes franquicias de seguir estirando la ubre de la vaca y, para aquellos que conocemos lo extenso que es este mundo en los cómics, nos echamos a temblar al pensar en los numerosos superhéroes (inicialmente con menos interés para el gran público) que pueden poblar las pantallas de los cines durante los próximos años.

Sin embargo, para mí, que al igual que Tyrion Lannister siempre he sentido debilidad por las cosas rotas, tullidas y en general por los marginados, la presencia del superhéroe Shazam en la gran pantalla me suponía más curiosidad que recelo, más ilusión que pereza.

La película, no obstante, es la clásica de origen del superhéroe. Situada dos años después de los hechos acaecidos en La Liga de la Justicia, nos encontramos con un anciano mago Shazam (el veterano Djimon Hounsou) que, desde otra dimensión, busca a un campeón digno de portar sus poderes y que siga manteniendo los Siete Pecados Capitales prisioneros.

“SHAZAM” es el acrónimo de los seis “ancianos inmortales”: Salomón, Hércules, Atlas, Zeus, Aquiles y Mercurio, de los cuáles se adquieren los poderes.

Más por accidente que por ser de corazón puro, el huérfano adolescente Billy Batson (Asher Angel) es elegido como campeón y dotado de los poderes del anterior Shazam; ya sabéis, lo típico: súper fuerza, súper resistencia, control de rayos, súper velocidad… obviando que la Sabiduría de Salomón y el Coraje de Aquiles también deberían estar ahí (ya sabéis, ¿quién quiere inteligencia pudiendo tener súper fuerza? Ejem) y en general creando un mini-Superman.

Para los profanos, la gran peculiaridad de este superhéroe es su transformación de normal adolescente a superhéroe adulto (papel interpretado por Zachary Levi) y viceversa al pronunciar la palabra Shazam. Las divertidas situaciones que este hecho provoca, unidas a una clásica historia de derrocamiento de villano de tercera (Mark Strong) y aliñadas con unos secundarios normaluchos (básicamente los 5 hermanos adoptivos de Billy: Jack Dylan Grazer como Freddy, Grace Fulton como Mary Bromfield, Ian Chen como Eugene Choi, Jovan Armand como Pedro Peña y Faithe Herman como Darla Dudley) da como resultado una película entretenida, llena de gags inocentes y con un ritmo fluido que hará que las dos horas y pico de film no se os hagan pesadas.

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Posiblemente, el mayor fallo de ¡Shazam! sea su falta de originalidad. La sensación que tiene uno cuando ve la película es estar visionando una mezcla de la película Big, con el cuento de Aladdin y cualquier otra película de superhéroes. Obviamente, Big es muy posterior a la creación de este personaje, allá por 1939, pero la sensación de déjà vu es tan grande que es inevitable pensar que no se han esforzado mucho en ofrecer originalidad con la película.

Efectivamente, los orígenes del superhéroe se simplifican, ofreciendo una versión aceptable, dada la gran variedad de cambios que, con los años, ha sufrido el personaje en los cómics. La película hace un trabajo decente en este sentido, ofreciéndonos una solución plausible y dando de paso, algo de protagonismo a Filadelfia, una ciudad que sin su campana y sin Rocky Balboa poco tendría que ofrecer.

El gran problema del superhéroe/adolescente

La palabra adolescente y la edad de 14 años suelen ser sinónimo de muchas cosas, pero raramente de inteligencia, madurez o sensatez. Se supone que, cuando Billy se convierte en Shazam adquiere la sabiduría de Salomón; sin embargo, el superhéroe Shazam es una caricatura grotesca de un adolescente, comportándose más como un Adam Sandler en cualquiera de sus películas de caca-culo-pedo-pis que como un adolescente embutido en un cuerpo de adulto (situación que ya resolvió el cine brillantemente a través de Robin Williams en Jack o de Tom Hanks en Big). De cualquiera de las dos maneras, niño embutido en cuerpo de superhéroe, o superhéroe con sabiduría de Salomón, la película yerra.

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El baile de moda cobra otro sentido hecho por el superhéroe Shazam.

Es de suponer que su decisión estuvo basada en el intento de que el mayor número de chistes estuvieran provocados por este superhéroe más interesado en conseguir cerveza con su nuevo cuerpo de adulto que en entender que, nuevamente, un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Es una pena porque la dicotomía entre infantilismo y madurez podría haber construido una gran película. Oscura, es cierto, pero ciertamente con una profundidad que la habrían puesto en otro nivel dentro de las películas de superhéroes. También lo siento porque, quitando a Spider-Man, que es la excepción (gracias a Stan Lee), no solemos ver a adolescentes-superhéroes en papeles principales. Habría sido muy gratificante encontrarnos a un Billy Batson angustiado (o bueno, algo confuso) por su nuevo papel dentro de la sociedad. Mientras sus preocupaciones deberían haberse limitado a su familia, sus estudios y sus hobbies, debe salvar al mundo de amenazas que, en definitiva, son responsabilidad de los adultos. No sólo es una reflexión sobre la que vale la pena detenerse a pensar, sino una crítica social, una premonición y una llamada de atención sobre que algo estaremos haciendo mal en este mundo.

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2019 parece el año adecuado para que los niños salven el mundo; primero apareció El niño que pudo ser rey y ahora tenemos ¡Shazam!; posiblemente nos queden más films por visionar con esta filosofía aunque, cuando veo cómo está el mundo, no puedo por menos que alegrarme que esta sea únicamente una reflexión de cara a los mundos de ficción.

Mientras tanto, podéis disfrutar tranquilamente de ¡Shazam! una película para todos los públicos, que presenta a un Shazam más para niños que para adultos, entretenida no tanto por su guion como por su ritmo y sus gags y con su clásica moraleja de la amistad y la familia por bandera.

¡Shazam!

6.5

NOTA

6.5/10

Destaca en:

  • Es un superhéroe que se divierte con sus poderes, y eso se nota
  • Buen ritmo
  • Sus gags la hacen divertida; eso sí, humor blanco como pocos

Podría mejorar:

  • Poco ambiciosa
  • Adultera el personaje de Shazam realizando una versión confusa y poco fiel al cómic
  • Poco partido al villano, que resulta plano y poco interesante

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II

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