IRON FIST: el no tan impresionante golpe final de Netflix

Han pasado ya dos años desde el estreno de la primera producción conjunta del tandem Marvel-Netflix, haya por 2015, y lo que por aquel entonces parecía un proyecto un tanto arriesgado y con pinta de no llevar a ningún lado hoy ya casi es una realidad tan palpable como los universos cinematográficos de Marvel y DC cómics.

Y es que cuando se anunció que Daredevil sería la encargada de expandir el UCM al ámbito seriéfilo (con permiso de Agents of Shield) los fans no tardamos en preguntarnos si era buena idea darle otra oportunidad al diablo de la Cocina del infierno después de aquel desastre protagonizado por Ben Affleck y del que no deberíamos volver a hablar jamás. Por suerte las preocupaciones eran infundadas y Netflix no sólo nos obsequió con una serie estupenda, sino que convirtió Daredevil en todo un baluarte de esperanza para los que creemos que las historias basadas en superhéroes tienen mucho que aportar a la cultura y al medio si dejásemos de tratarlas como productos vacíos para pasar el rato y nos centráramos en desarrollar los temas que los cómics llevan tanto tiempo explorando.

Y así, tras los (más o menos) buenos resultados de Jessica Jones y Luke Cage le ha llegado el turno a Marvel de jugar su última carta antes del estreno de The defenders, el crossover final en el que convergerán las cuatro series principales de la casa de las ideas y con el que se pondrá toda la carne en el asador. ¿Habrá estado Iron Fist a la altura?

Unos orígenes sobadetes

Para los que no lo sepáis, la serie se centra en la historia de Danny Rand (Finn Jones, sí, el Loras Tyrell de JDT), hijo del CEO de industrias Rand y heredero de la riqueza y el multimillonario imperio empresarial de su familia. Con una herencia tan opulenta esperando a la vuelta de la esquina cualquiera podría pensar, y con razón, que Danny es uno de los niños más afortunados del mundo, pero las cosas no siempre salen como planeamos y, tras sobrevivir a un trágico accidente aéreo que lo deja huérfano, Danny se encuentra solo, frío y desorientado en algún lugar de la inhóspita cordillera del Himalaya. Por suerte para él unos misteriosos monjes lo rescatan, dándole cobijo y entrenándolo (cómo no) durante años para convertirlo en el Iron Fist, un guerrero legendario con la habilidad de concentrar toda su energía (o chi) en su puño, que se ilumina como un arbol de navidad y le permite propinar golpes totalmente devastadores.

Todos dan a Danny y a su familia por muertos, por lo que la sorpresa es mayúscula cuando, 19 años después, Rand reaparece en Nueva York con la intención de continuar con el legado de su padre y dirigir la compañía que debería haber heredado en un principio (esto…¿a nadie le recuerda a Oliver Queen de Arrow?), labor que tendrá que compaginar con su condición de Iron Fist, el arma viviente, protector de K’un-Lun y enemigo declarado de La Mano. No está mal para un niño rico.

Un huérfano multimillonario vuelve tras una larga ausencia para retomar el legado familiar y proteger la ciudad que ama. ¿Os suena?

La premisa inicial no es mala si consideramos que resulta bastante respetuosa con los orígenes “reales” del personaje en los cómics, cosa que se agradece. Sin embargo es en la ejecución donde la cosa no acaba de cuajar del todo, con resultados irregulares y con algunos de problemas de ritmo que hacen que Iron Fist no sea todo lo buena que debería ser. Y no es que la serie sea un desastre, pero sí que da la impresión de que algunos aspectos de la misma no están tan cuidados como en el resto de productos Marvel-Netflix mientras que otros directamente parecen ser productos de un pasotismo desmedido, aunque de eso hablaremos luego.

Una serie que no se centra

Al principio el argumento se nos presenta de forma efectiva y llama nuestra atención con facilidad, pero el interés que despierta en los primeros compases se va diluyendo poco a poco a medida que la serie introduce personajes y tramas de forma algo abrupta, lo que hace que el tramo inicial de la trama sea confuso y no nos quede muy claro por dónde va a tirar la historia. Esto no sería algo malo si fuese intencional, pero está bastante claro que se trata de un problema con el planteamiento de la trama en sí más que un intento por aportar algo de ambigüedad a toda la propuesta.

Aun así no todo es malo, y después de unos cuantos capítulos la historia comienza a cobrar fuerza y seguir una dirección mucho más marcada, resultando lo suficientemente atractiva como para mantener un mínimo de interés hasta el final.

Quizás si la serie tuviese más claro que tipo de historia quiere contar en lugar de moverse tanto en tierra de nadie resultaría mucho más redonda en conjunto, pero al intentar mezclar intrigas empresariales con temas orientales y místicos se pierde fuerza. Iron Fist no tiene una identidad tan marcada como la de sus predecesoras (las comparaciones son odiosas, lo sé, pero inevitables en este caso) y eso se nota. Luke Cage por ejemplo era la más floja de las otras tres, pero al abordar de forma tan genial la cultura negra y el ambiente del barrio de Harlem conseguía transmitir la sensación de que estábamos ante una serie con personalidad y un fuerte sentido de identidad.

#IronFist no tiene una identidad tan marcada como sus predecesoras y se nota Clic para tuitear

Iron Fist resultaba una oportunidad excelente para seguir el mismo camino pero centrándose en las artes marciales y la filosofía oriental, o quizás incluso para exponer la situación social de barrios como Chinatown, pero en lugar de hacer eso y contar algo de mayor trascendencia la serie se limita a coger prestados estos elementos, presentándolos como algo llamativo e interesante pero sin expandirlos ni desarrollarlos más allá de sus aspectos más superficiales. Toda una oportunidad perdida que se ejemplifica a la perfección con uno de los aspectos más flojos de la serie: las coreografías.

Para ser una serie sobre un experto en artes marciales las coreografías son bastante flojuchas.

Se han dicho muchas cosas al respecto de las peleas en Iron Fist (ninguna buena, todo sea dicho) pero lo cierto es que están lejos de ser el desastre que todos proclaman. No es que las coreografías sean horribles, es que simplemente no están a la altura de lo que se espera de una serie de este calibre y más teniendo en cuenta el excelente trabajo realizado en Daredevil, que cuenta con algunas escenas ya míticas, como la pelea del pasillo. Y si a esto le sumamos que estamos ante una obra muy centrada en las artes marciales… bueno, la polémica esta servida. Al menos no todo es negativo y hay un par de momentos en la serie en los que los resultados son mucho más positivos en este aspecto, no son suficientes para arreglar todo este desaguisado pero están ahí y es necesario mencionarlo.

Personajes secundarios por encima del principal

Llegados a este punto parece que todo lo que he dicho es negativo pero lo cierto es que, en aspectos generales y contra todo pronóstico, Iron Fist funciona y eso se debe a sus geniales personajes secundarios.

Y he dicho a los secundarios sí, porque la verdad es que a pesar de que a Finn Jones le sienta muy bien el papel de Danny Rand y hace un buen trabajo interpretándolo el guion se empeña en presentarlo como un personaje bastante soso y poco interesante que solo consigue resultar algo carismático en momentos muy puntuales de la trama y en las escasas ocasiones en las que usa la habilidad que da nombre a la serie.

¿Quién necesita linternas cuando te brilla la mano?

Pero por suerte el plantel de personajes secundarios resulta mucho más atractivo y llamativo que el sosainas de Danny y son los que al final salvan a Iron Fist de ser un absoluto desastre. Destacar por ello los personajes de Colleen Wing (Jessica Henwick), Ward Meachum (Tom Pelphrey) y Harold Meachum (David Wenham, Dillios en la saga 300, Carl en Van Helsing, Faramir de ESDLA). Todos ellos cuentan con interpretaciones notables y resultan mucho más profundos e interesantes de lo que puede parecer en un principio, gracias al cielo.

Además, el hecho de contar con La Mano como “villano” principal cuadra a la perfección con el contexto de la serie y supone una excelente toma de contacto para lo que está por venir en The defenders; nada que objetar al respecto.

También merece la pena mencionar el papel de Claire Temple (Rosario Dawson) en la trama, mucho más significativo que en el resto de series y con suficientes momentos destacables como para olvidar que su presencia esta ligeramente metida con calzador. Después de todo lo que le ha pasado es normal que quiera aprender artes marciales, sí, pero con todos los dojos que habrá en Nueva York me resulta muy difícil creerme que escoja precisamente el que escoje…pero bueno, todo sea por ver a los cuatro juntos de una vez, ¿no?

Caracterizada por su mediocridad

En el resto de apartados Iron Fist sufre los mismos problemas que con su trama: le falta personalidad, algo distintivo que le aleje del pozo de mediocridad en el que los guionistas se han empeñado en sumergirla, con una fotografía que no es nada del otro mundo y que, de nuevo, solo destaca en momentos muy puntuales.

La banda sonora por otra parte, se mantiene a buen nivel y se usa cuando se tiene que usar pero, como ya pasara con Jessica Jones y Daredevil, no destaca especialmente ni cuenta con ninguna composición memorable.

Al final resulta que Iron Fist es el primer bache en el camino construido por Marvel y Netflix de cara a la llegada de los Defenders el 18 de Agosto de este mismo año. La trama tarda en arrancar, las coreografías no están a la altura y el personaje principal, a pesar de ser interpretado correctamente, se encuentra constantemente constreñido por un guion que, si bien no es un desastre, solo consigue emocionar en momentos muy puntuales de la trama. Por suerte los excelentes personajes secundarios y el respeto por el material de origen del personaje salvan de la quema a una serie condenada por su mediocridad pero que, contra todo pronóstico, consigue funcionar en sus compases finales.

Iron Fist

6.5

NOTA GLOBAL

6.5/10

Destaca en:

  • El planteamiento inicial de la trama consigue despertar nuestro interés.
  • A Finn Jones le sienta como un guante el papel de Danny Rand.
  • La Mano resulta efectiva como amenaza.
  • Los secundarios, especialmente Ward Meachum.
  • La serie, en su conjunto, funciona y no resulta un absoluto desastre.

Podría mejorar:

  • Danny Rand es un personaje estúpido y no resulta carismático en absoluto.
  • Después de la buena impresión inicial la trama tarda mucho en coger ritmo.
  • Las coreografías no están a la altura.
  • Apenas se exploran temas relacionados con las artes marciales o la filosofía oriental.
  • Algunos fallos de guion bastante estúpidos.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II

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