SIN TIEMPO PARA MORIR: la redención de James Bond.

Sin tiempo para morir (No Time to Die, 2021) es la vigesimoquinta película de James Bond y la quinta interpretada por Daniel Craig, actor que empezó su andadura como 007 en el 2006 y que con esta película dice adiós al personaje. Y es precisamente este intérprete, ayudado por una evolución en los guiones de sus películas, quienes han llevado el personaje a otro nivel. Obviamente, en el siglo XX (recordemos que la primera película, el Dr. No, es de 1962) no necesitaban mucho más que un apuesto espía en traje de chaqueta usando artefactos chulos para enfrentarse a los malos megalómanos, pero la llegada del siglo XXI requirió de un personaje más complejo, con un pasado y motivaciones más profundas. Este personaje es el James Bond interpretado por Daniel Craig que llevó la “fórmula Bond” hasta su cúspide, tras convertir al agente secreto en un hombre normal, con traumas y conflictos personales y que se cuestiona las decisiones laborales.

De esta forma, Sin tiempo para morir no es interesante por su trama, que es bastante anodina, repetitiva y decepcionante, sino porque recoge la historia de James Bond trabajada durante las cuatro anteriores películas y le da el broche final con más de ese 007 escéptico, deprimido y visceral. Un Daniel Craig en plena forma se despide haciendo que una película de acción sea también la redención de James Bond.

Con esto no quiero decir que sea la aventura más arriesgada y controvertida de 007. Ya he comentado que su argumento sobadete del megalómano con un arma de destrucción masiva no era lo que yo habría elegido para esta ocasión (tampoco ayuda que Rami Malek no convenza en su papel de villano), pero si sólo se tratara de esto simplemente diríamos que lo importante es James Bond y sus conflictos pasados y presentes, su relación con sus jefes y compañeros (Ralph Fiennes como M, Naomie Harris como Moneypenny, Lashana Lynch como Nomi y Jeffrey Wright que vuelve como Felix Leiter), su relación con los villanos (Christoph Waltz como Blofeld, el exjefe de Spectre) y, por supuesto, su relación con las chicas, su compañera Paloma (Ana de Armas) y su interés amoroso Madeleine (Léa Seydoux). Pero no, en Sin tiempo para morir deciden unir todas las motivaciones que puede tener un ser malvado para querer iniciar un conflicto y meterlas todas en una coctelera, generando no sólo confusión en el espectador, sino la sensación de que será difícil que salgan de ese embrollo sin tener que acudir a un deux ex machina.

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Y es que a veces menos es más, pero en esta ocasión, al tratarse de una película de James Bond, no puede tener un carácter intimista que ayude a entender lo torturado que está el protagonista, por lo que todos los elementos propios de las películas de la franquicia están ahí presentes tanto para los amantes de la acción, como para los continuistas de la obra de Ian Fleming. El resultado son explosiones, persecuciones, peleas con armas y cuerpo a cuerpo, engaños visuales, coches y motos espectaculares, playas paradisíacas y todo lo que un fan de la saga espera. Cuesta creer que alguien se pueda sentir decepcionado por el despliegue de medios realizado bajo la dirección de Cary Fukunaga.

¿Es esta la forma de decir adiós de James Bond?

Guiños a anteriores películas (entendamos, muchos más guiños de lo habitual) salpican por doquier, hasta el punto de preguntarse uno si no estaremos más ante una falta increíble de originalidad por parte de los guionistas que de un homenaje antes del último adiós. ¿Era necesario el villano de cara desfigurada? ¿Era necesaria la base secreta en la isla volcánica? Es posible que después de 25 películas cueste encontrar motivaciones para los villanos (ya sabéis: dinero, poder, venganza, a veces amor…), pero en Sin tiempo para morir incluyen todas las motivaciones sacando de otras películas la forma de llevarlas a cabo, olvidándoseles que en el mundo real tienen conflictos lo suficientemente importantes y relevantes (mal que nos pese) sobre los que basar su guion, sin tener que recurrir al megalómano de turno.

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Creo que me quedo con ese James Bond retirado del servicio activo al que sólo la amistad le devuelve al ruedo (sí, hasta un espía tiene amigos) y que decide llevar a cabo una última misión de una manera inconformista, gruñona, melancólica, en absoluto perfecta y en la que él mismo es el primero en ser sorprendido con los giros de guion (a ver, la película es predecible, pero el personaje sí que es sorprendido por la acción). A esto se le unen unas tramas secundarias que no siempre pueden ser explotadas correctamente, pero entre las que destaca la inclusión de una nueva 00 como espía al servicio de su majestad que viene a responder a algunas de las preguntas sobre el sucesor de Daniel Craig que los fans de la saga veníamos preguntando desde hace tiempo.

En definitiva, no es la película llena de chascarrillos y acción trepidante con final feliz que uno espera ver. A lo largo de sus muchos minutos de metraje vemos un James Bond intenso, con el que puedes conectar de tú a tú por la afinidad con sus problemas. Un 007 más cercano y sí, sé que eso no gustará a muchos que desde Casino Royale le hicieron la cruz a este Bond por no saltar de un coche en marcha y levantarse con el traje impoluto y no bajar bragas con un chasquear de dedos, pero siempre he opinado que el realismo no está reñido con mantener la esencia del personaje. James Bond siempre será carismático, seductor, atractivo, letal, valiente y patriota; simplemente, ahora es más humano.

Larga vida al James Bond de Daniel Craig.

Sin tiempo para morir

7.8

NOTA GLOBAL

7.8/10

Destaca en:

  • Daniel Craig clava su personaje.
  • Todos los aspectos técnicos son intachables.
  • Una conclusión satisfactoria para esta saga de 5 películas.
  • Sabe ponerse al día sin perder la esencia

Podría mejorar:

  • Rami Malek no convence como villano.
  • Hay tramas secundarias desaprovechadas.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II

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