LOS JAPÓN: cómo reírse de la cultura ajena pretendiendo hacer comedia

“¿Por qué no?”. Eso me dije a mí mismo cuando me decidí a ver la enésima cinta de Dani Rovira y compañía: era una comedia y trataba sobre Japón. Los Japón (2019) un filme que, aunque olía a rancio desde su tráiler, aparte de un buen puñado de chistes sin gracia quizá podría mostrar algo de la cultura japonesa desde un punto de vista diferente, quizá una versión japonesa de aquella sencilla pero divertida 8 apellidos vascos; es decir, una comedia ligera que parecía inofensiva. Y pese a que todo apuntaba a desastre, mi puro amor a todo lo nipón (podéis leer aquí nuestros numerosos artículos sobre Japón) y llamado por el morbo de ver hasta qué punto un ser humano puede sentir vergüenza ajena, decidí gastar aquellos valiosos puntos acumulados con esmero (pagar nunca fue una opción en este caso) para “disfrutar” del espectáculo propuesto. Ni en mis peores pesadillas imaginé que aquella sala de cine se convertiría en una máquina del tiempo que me llevase a aquella época en la que cualquier película española sobre culturas extranjeras debía poner al producto nacional indefectiblemente por encima de todo lo demás.

Una “verdad” y cien mentiras

La cinta comienza con una única verdad, una de las pocas cosas ciertas que Los Japón nos cuenta y que además sorprende por improbable, pero verídica. Y es que resulta que en el siglo XVI llegó a España una comitiva japonesa con intención de negociar tratados comerciales con el Rey Felipe III y el envío de misioneros cristianos a Japón. Esta misión japonesa estaba liderada por el samurái Hasekura Tsunenaga, que llegó con sus barcos hasta Coria del Río con intención de proseguir por tierra hasta Sevilla. El grupo japonés se asentó en Coria del Rio durante los 3 años que iba a durar la visita y, aunque finalmente las negociaciones fracasaron y Hasekura volvió a Japón, muchos de los suyos decidieron quedarse en Coria, donde por motivos religiosos o sentimentales, habían encontrado un nuevo hogar. Finalmente, los descendientes de estos japoneses comienzan 40 años después a apellidarse “Japón” porque para los poco letrados habitantes de Coria resultaba mucho más sencillo que pronunciar Kurogawa sin sufrir un esguince de lengua.

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La estatua de Hasekura Tsunenaga se encuentra en Coria del Río.

Volviendo a Los Japón, la película parte de este hecho para conjeturar de manera muy, muy libre, con la posibilidad de que Paco León (Dani Rovira), un republicano habitante de Coria del Río, sea descendiente lejano de la mismísima familia imperial de Japón que, por culpa de la repentina muerte del actual emperador y sin un varón que herede el trono, debe recurrir a nuestro singular héroe andaluz para salvar el día, apoyado por su mujer, Encarni (María León) y ayudado por Hidaka (Ryo Matsumoto).

Andaluces fuera de contexto

En un mundo ideal Los Japón trataría de ofrecernos una historia sobre diferencias culturales, sobre cómo el salero y desparpajo andaluz contrastan con la precisión y amor por las reglas japonesas. También hablaría con humor de todas esas pequeñas cosas del país nipón que por diferentes (para bien o para mal) nos dejan con la boca abierta y de cómo todos podemos aprender de la otra cultura alguna que otra cosa buena.

Sin embargo, Los Japón es un puñado de irrespetuosos “chistes de chinos” en el que, por si fuera poco, se dan por ciertas leyendas urbanas como la de las huelgas japonesas, se critica el machismo del país sin entender el contexto, o directamente sacan a un “guaperas” japonés sobón (en Japón no hay ningún tipo de contacto físico hasta un estado muy avanzado de amistad y confianza) que engaña a una de las protagonistas para acabar en la telebasura japonesa (porque nosotros telebasura no tenemos, claro). Por supuesto, todo esto exagerado para que nuestros protagonistas puedan dar lecciones de moralidad y civismo a una cultura que precisamente en estos temas nos saca años de ventaja.

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Cuando empiezas a disfrutar de esta escena, alguien dice algo estúpido para reírse del “ridículo traje de novia”.

En las contadas ocasiones en las que Los Japón pretenden mostrar algo verdadero e interesante de la cultura nipona, la escena se ve empañada con un chiste racial, o alguien diciendo algo que hace que te lleves las manos a la cabeza o te tapes la cara de vergüenza; es como si Álvaro Díaz Lorenzo, el director de este esperpento, tuviese miedo de que, accidentalmente, viendo su película, alguien aprendiese algo.

Los Japón pretende ser una comedia moderna que nos alecciona sobre el machismo y la libertad (a nosotros, país donde se instauró la Ley de Sucesión Fundamental y cuya esencia está recogida a día de hoy en el artículo 57 de nuestra Constitución, casi nada), pero en realidad es una oda al garrulismo más cerrado, con chistes que están a la altura del peor episodio de Gym Tony y que, fortuitamente, pero de manera magistral, refleja lo peor de nuestra sociedad, de cómo los más catetos suelen ver a la gente educada e inteligente como una amenaza a purgar y de cómo la imposición de nuestra cultura suele ser la cura para todo. Porque los valores familiares tradicionales españoles son claramente superiores a los del resto del planeta, por si alguien todavía lo dudaba.

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Lo mejor de Los Japón son sin duda las cuatro instantáneas que nos ofrece de lugares como Shibuya, Harajuku, el palacio imperial (infográfico, por cierto), y los jardines Hamarikyu de Tokio. Nada que no hayamos visto en producciones mucho más interesantes sobre el país como Lost In traslation, Tokyo Godfathers, o Una familia de Tokio, en las que de verdad podemos disfrutar de la increíble y maravillosa cultura nipona sin tener que recibir un chiste que estimule nuestro ego cultural (o lo que sea) cada minuto y medio.

Finalmente, Los Japón es una película para el olvido, algo que debería de tirarse al pozo más profundo, echarle gasolina y una cerilla encendida, y después de dejar que arda llenar el pozo hasta los topes de cemento, plutonio y discos de Falete para que nadie nunca, jamás, volviese a acercarse por ahí. Podría ser simplemente una comedia mala más, de esas del montón, pero su declarada ignorancia, falta de respeto y apología al analfabetismo y egocentrismo cultural simplemente no son de esta época. Quizá hace 50 años, cuando José Luis López Vázquez decía aquello de “¡Que vienen las suecas!” y todo lo extranjero venia filtrado para que ningún ego se sintiese herido, Los Japón hubiera causado furor, o a lo mejor si sus chistes racistas hubieran sido explícitos y deliberados como hace Seth McFarlane en sus comedias, que no deja títere con cabeza, me hubiera podido soltar y reírme. Pero así no, de ninguna manera.

Los Japón

1.5

NOTA GLOBAL

1.5/10

Destaca en:

  • Las escenas puntuales de Tokio y sus calles

Podría mejorar:

  • Los chistes no son graciosos, ninguno, y eso para una comedia no es una buena noticia
  • ¿Por qué al final todo tiene que girar sobre que nosotros somos mejores que ellos?
  • Ah, por si no lo había mencionado, todas las interpretaciones dan ganas de arrancarse los ojos.

About Adrian

Adrian Arribas es fundador de Generación Friki. Apasionado de los videojuegos, el manga y el cine desde la más tierna edad, también se encarga de redactar artículos para todas las secciones, aunque se centra especialmente en videojuegos, cine y eventos. Fuera de Generación Friki Adrian es desarrollador de software.

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2 Comentarios

  1. Entonces el problema es que la peli es mala por que es lo que es en lugar de ser lo que querias o crees que deberia ser dices?

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