Si te vas a cualquier país del mundo uno de los sitios que primero entran en tu lista de preferencias a visitar suele ser el palacio imperial, la casa real, el castillo del mandamás de turno, o algo parecido. En principio con Japón no iba a ser menos y en Tokyo se encuentra actualmente el Palacio Imperial donde, efectivamente, reside la Familia Real Japonesa, Emperador incluido.
La verdad es que no tengo muchas fotos porque en la mayoría de ellas (sí, lo siento, y mira que es el Palacio Imperial) aparezco haciendo el idiota; incluso en una de ellas aparezco haciendo de soldado, tiesa como un palo y sacando papada que ríete tú de los sapos, y en otra midiendo el cesped, que telita el jardinero que se encargue, tan perfectito que estaba.
Pero de cualquier forma tampoco ibais a poder ver muchas fotos porque el Palacio Imperial en Tokyo se lleva la palma en cuanto a discreción se refiere: apenas puedes ver nada. No será el primer palacio que no puede verse por dentro, pero es que este tampoco puede verse por fuera. Atentos a la foto y al cachito de palacio que se ve al fondo.
Ello provoca que la esquina desde la que se ve el Puente Nijubashi sea la que alberga mayor concentración de personas; primero porque cuando llegas, ignoras que no vas a poder ver nada así que vas avanzando por la explanada infinita camino de, lo que tú esperas, será la parte de la visita más interesante, y segundo porque es la esquina desde donde hacer la única foto.
¿Entonces, no se puede visitar el palacio?
A ver, no se podía. Antes, no se podía. Nosotros lo visitamos en agosto de 2016 y tan sólo dos meses antes (a 25 de junio de 2016) se facilitó la entrada al Palacio Imperial. Os dejamos el enlace, pero ya os adelantamos que no es fácil conseguir entrada. También se supone que no hace falta registrarse para acceder (puedes ir de lunes a sábado) pero aún así, tampoco es fácil conseguir entrada; puede que porque las visitas, según nos explicaron en taquilla (sí, en teoría también puedes conseguir entrada allí mismo – suerte con ello) suelen incluir en cada tanda a 400 personas, siendo el límite en 500, o puede que porque sólo hay dos visitas al día, de una hora larga de duración.
Al igual que en el Templo Taiyuin de Nikko, la visita incluye una charla muy completa en japonés sobre los edificios. En este caso sí hay audioguías en inglés aunque casi compadeces al único guía que tiene que dirigir, cual rebaño, a toda la multitud, mientras intenta dar la charla.
Pero, ¿vale la pena?
A ver, esto es tremendamente subjetivo. Creo que el problema es que estamos comparando edificios en un país donde todo mola, y claro, tienes que priorizar y, en ese caso, el Palacio Imperial suele salir perdiendo.
También hay que tener en cuenta, ¿y si no puedo conseguir entrar? Pues entonces sí que ha sido una pérdida total de tiempo, porque es como ver por fuera el Retiro, pero no entrar. Atisbas cosas pero te pierdes la esencia.
No obstante, estamos hablando de una zona donde hay muchas otras cosas para ver y encima está muy bien comunicado, teniendo muy cerca la estación de Tokyo (hay otras, nosotros nos bajamos en Otemachi por cuestiones logísticas), pero ambas dan a la zona por donde más cosas se pueden ver, así que es la que os recomendamos.
Es la ubicación desde la que accedéis, ya que siempre están abiertos, excepto lunes y viernes, a los Jardines Orientales del Palacio Imperial (Kōkyo Higashi Gyoen); y la zona de los fosos, los muros y los jardines inmaculados que también se pueden ver, gratis y rápido, y te sirve para hacerte una idea. ¿Qué habrá detrás de esos muros? pues más jardines y un edificio que, si tienes el hype muy alto, de decepcionará. Pero bueno, no en vano estamos hablando de la antigua fortaleza del Castillo Edo, imponente, pero rústica.
Pese a ello, los terrenos exteriores son bastante imponentes. En un país donde el espacio no abunda impone ver cómo no han escatimado en explanadas inmensas que preceden a las murallas, y en (posiblemente) un ejército de jardineros que mantienen todo impoluto. Es bonito de ver aunque también un poco repetitivo (insistimos, es una explanada), así que se agradece que ahora sí que se tenga la posibilidad de entrar.
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