JOHN WICK: Hola, soy John Wick, tú mataste a mi perro, prepárate a morir.

Ante el reciente estreno de la tercera parte de la saga John Wick (de la que ya hablaremos a su debido momento) casi me siento en el deber de analizar las entregas anteriores en busca de algo que justifique que Hollywood haya confirmado una cuarta parte (totalmente cierto, fecha confirmada para el 2021) cuando no conseguía encontrarle sentido ni al éxito de esta primera parte.

De todos es sabido que Keanu Reeves, aparte de caernos simpático por su campechanería y humildad para lo que son las estrellas de cine, no tiene muchos atributos que justifiquen que continúe haciendo películas. Posiblemente, si no hubiera dado el pelotazo con la saga Matrix, no sería el mundialmente famoso actor que es hoy en día y no habría pasado a protagonizar algunas de las películas de acción más famosas del momento, en las que ya se han asegurado los guionistas que no tenga mucho diálogo para no cagarla.

Y así surge en 2014 la película John Wick Otro día para matar, una simplona historia de asesinos y venganzas en las que, un ex asesino a sueldo conocido como El Hombre del Saco o Baba Yaga vuelve a las andadas por motivos personales…o eso es lo que parece a simple vista.

No suelo dar muchos datos de las historias que analizo porque mi premisa es jamás hacer spoilers, pero cuando se trata de una película como John Wick que, al estilo de los films de acción de los 90, no se complica la vida en cuanto a argumentos, hacer comentarios sobre un guion donde un matón de tercera que va a morir rápidamente tiene más texto que el protagonista, no me parece estropearos la experiencia.

Digo esto porque, si salvé de la quema a John Wick y su desfile incontrolado de disparos y artes marciales, fue porque me pareció interesante la premisa de la que partía la venganza de John Wick contra la mafia rusa de turno (de la que, por cierto, John fue empleado). A saber: John Wick es atacado a traición por Iosef Tarazov (Alfie Allen), el hijo mimado y fiestero del capo Viggo Tarasov (Michael Nyqvist), quien le roba su coche del cual se había encaprichado, matando de paso a su perro, regalo póstumo de la difunta esposa de John. A partir de ahí, nuestro taciturno asesino vuelve al servicio activo para, literalmente, acabar con toda la mafia.

El robo de un coche y la muerte de un adorable chucho podrían parecer la excusa más barata para iniciar una masacre en Nueva York (aunque seguro que el cine de acción y robos de coches me quita la razón), pero lo cierto es que la realidad no es así: la mafia rusa cree que, al atacar a John, este responderá con desmesurada violencia y decide atacar primero, mientras que John es consciente de que, ante el miedo que tiene la mafia rusa a su venganza, no le dejarán en paz hasta que le maten, por lo que decide zanjar antes el asunto. Dicho de otra manera, a John Wick no le queda más remedio que volver a ser un asesino, siguiendo la premisa de que mafioso bueno el mafioso muerto.

Todo lo demás son espectaculares coreografías de lucha (al César lo que es del César) y una muestra de la habilidad del Hombre del Saco para acertar SIEMPRE en la cabeza a sus enemigos, pese a que estos jamás acierten un disparo, aunque John siempre vaya a pecho descubierto disparando cual Chuck Norris en Desaparecido en combate, dejando claro que no todos fueron a las mismas academias de matar. El resultado es un despliegue, si no de medios, sí de esa energía que caracteriza a los thrillers de acción que se sienten cómodos con lo que son, y ni pretenden ofrecer más de lo que ves.

Y en ese sentido John Wick es una película que cumple las expectativas; con una calificación R debido a sus altas dosis de violencia, un Keanu Reeves en perfecta forma física nos ofrece coreografías propias del Daredevil de Marvel o de cualquier producción decente de artes marciales asiáticas, mientras la mafia rusa quiere meter la cabeza entre las piernas en un rincón y llorar pensando “sólo era un perrito, todo esto por un perrito”. Sin duda, la masacre es tan desproporcionada que causará hilaridad en los espectadores, quienes serán también incapaces de olvidar que todo este asunto tiene como punto de partida un perro (porque la película no deja de recordarlo).

Así pues, John Wick Otro día para matar es una película de acción entretenida, sin pretensiones, con un ritmo vertiginoso y un humor negro sutil muy apropiado para el carácter comedido del protagonista. Las frases clichés harán las delicias de los amantes del género, así como los más cinéfilos apreciarán una fotografía y una dirección de la que hay poca queja y la presencia de grandes actores que alegran la vista (Ian McShane, John Leguizamo, Adrianne Palicki, Willem Dafoe, Lance Reddick…). ¿Justifica todo esto una segunda parte? Las cifras de ventas dicen que sí, a mí me gusta no hacer que las cosas se alarguen más de lo necesario porque así es como hemos tenido 6 entregas de Resident Evil y ¿8, 9? de Fast & Furious. Pero es que la película de John Wick es como su personaje, no sabe cuándo parar.