LA VIDA PADRE: una mezcla de Ratatouille y Fuera de carta.

No soy yo mucho de visualizar cine español, pero las comedias siempre han tenido su hueco en Generación Friki así que le he dado una oportunidad a La Vida Padre (2022), una sencilla comedia con ligeros tintes de drama fácilmente solucionable en el que Juan Inchausti, un famoso cocinero vasco (Karra Elejalde) regresa a casa tras unos treinta años de ausencia, poniendo patas arriba la vida de su mujer e hijos, que le daban por muerto.

En concreto, Mikel (Enric Auquer), el hermano pequeño, ahora es un solitario y ambicioso chef en busca de su tercera estrella Michelín que regenta el Ataria, el restaurante familiar. Cuando su padre reaparece, con una amnesia parcial (con Síndrome de Korsakoff) que le hace seguir viviendo en los años 90 del s. XX, su hijo se hace cargo de él, viendo revolucionados todos los conceptos que tenía sobre la vida, las relaciones y la cocina.

La Vida Padre da para lo que da; una hora y media escasa de acción y situaciones rocambolescas y sin apenas giros de guion. A ratos es divertida, a ratos es emotiva, todo cubierto bajo un suave velo como si se dijera a sí misma: trata de no molestar. Y quizás ahí se encuentre su mayor fallo, su prudencia a la hora de no incomodar hace que digieras ese plato rápidamente, pero de la misma forma lo olvides y pases a otra cosa.

Desde 8 apellidos vascos Karra Elejalde se ha sentido cómodo en su papel de vasco cliché, malhablado, nacionalista, desaliñado, y lo cierto es que lo hace muy bien, pero llega un momento en el que esta actuación ya no aporta (porque no sorprende, porque parece una continuación de cualquiera de sus otras películas – pese a que tengo muy en cuenta su estupenda Mientras dure la guerra -) y necesitas salir de ese bucle.

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Aquí el 90% de los actores de la película.

La parte que funciona

El caso es que no se puede negar que el tándem Juan-Mikel funciona. A modo de sutil crítica a la cocina moderna y experimental, esa de platos grandes y raciones minúsculas, Mikel se revela como el chef pretencioso y snob, mientras que Juan representa la cocina tradicional y de calidad (y cantidad). Su relación siempre se había basado en la cocina. Juan enseñaba con pasión, Mikel escuchaba con veneración. A su vuelta, esta relación parece que se reanuda, con un Mikel deseoso de conocer los secretos de su padre, mas lo que se revela es todas esas otras carencias en los asuntos más importantes que deben darse en una relación padre-hijo.

La parte que aplaudo

Y esta es la parte más realista de La Vida Padre. La película no intenta convencerte de que ese amor por la cocina no es lo importante, o que hay que vivir otras experiencias diferentes. Tanto el padre como el hijo sienten que son ellos mismos y que pueden conocer al otro a través de esta gran pasión y es en ella en la que se sienten realizados. Fuera de Carta, película también española con la que encontraréis muchas semejanzas, se desmarcaba de este pensamiento para entender que la felicidad se encontraba en un lugar diferente que el trabajo. ¿Pero y si el trabajo, cuando lo realizas con la gente con la que quieres, fuera ese algo diferente?

La parte que me chirría

El comienzo de la película te plantea un Juan que se tira por un puente, en pleno acto de desesperación. El chef más conocido de Bilbao, el asador más renombrado, donde los mismísimos reyes van a cenar… ¿y puede irse a vivir “la vida padre” sin que nadie diga “hombre, pero mira quién es, ¿no estaba muerto?”?

La incongruencia mastodóntica que supone pasear por el planeta durante treinta años a un famoso y que la familia no llegue a enterarse es para suspender a la película. El guion de Joaquín Oristrell hace aguas todo el film usando de base esta premisa. Y como novelista que soy, os aseguro que este era el típico detalle que se solucionaba de forma fácil modificando un poco el guion.

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Una pasión común puede unir a un padre y un hijo.

En el cine y la televisión hay grandes comedias y dramas llevados a cabo bajo la premisa de que uno de los protagonistas ha perdido la memoria. Desde 50 primeras citas, pasando por Blindspot, hasta la impresionable El Maquinista. Tenemos muchos ejemplos en la ficción en los que basarnos, así como documentación sobre la amnesia para hacer de sobra coherente la trama. En La Vida Padre se introduce el personaje de Nagore (Megan Montaner), una neuróloga que dará unas explicaciones de mercadillo para justificar el estado del padre (a la vez que introduce la coletilla “romántica” al género “comedia” en la película), pero no tiene fuerza, ni su personaje resulta convincente. Dicho sea de paso, tampoco convencen ni la madre (Maribel Salas) ni su nuevo marido (Gorka Aguinagalde). Se salva el hermano (Lander Otaola) porque presenta el contrapunto de Mikel a la hora de aceptar la vuelta de su padre.

Una Feel Good Movie de manual.

Ratatouille sigue pareciéndome una de las grandes películas de la animación por la equilibrada unión de todos sus elementos guion-dirección-trama-animación… pero sobre todo me parece un gran lienzo del que aprender. La Vida Padre ha copiado de Ratatouille la pasión por la cocina, la tierna torpeza de sus protagonistas, las escenas cómicas propias de las comedias de enredos, el amor que uno conoce a través de la preocupación por el trabajo bien hecho. La Vida Padre tiene todo eso, pero, a diferencia de su homóloga de animación, arriesga tan poco, acercándose tanto a lo que los ingleses llaman Feel Good Movie (poca sorpresa, mucho corazón), que hasta las reflexiones sobre las relaciones paternofiliales quedan en nada más que un brochazo sobre ese lienzo.

Joaquín Mazón hace una película agradable, pero desaprovecha tanto la vis cómica de los actores, como la posibilidad de hablar de problemáticas más profundas, quedándose en clichés y situaciones que se solucionan por arte de magia (casi, casi, como recurrir al deux ex machina). Desaprovecha, en definitiva, la posibilidad de hacer una gran película.

La Vida Padre

5.5

NOTA

5.5/10

Destaca en:

  • Es una película cómoda de visualizar.
  • Aquellos a los que les guste Karra Elejalde en su modo “cliché vasco” la disfrutarán.
  • Hermosa ambientación y fotografía de Bilbao.

Podría mejorar:

  • No aprovecha ni a sus personajes secundarios ni las posibilidades del guion.
  • Sus incongruencias sobre la enfermedad de Juan y esos 30 años de ausencia.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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