El buen manga (ese que escasea tanto hoy en día) siempre ha sido uno de mis puntos débiles, de ahí que cuando anunciaron la adaptación al cine de Ghost in the Shell, la obra cumbre de Masamune Shirow, uno de los padres del Cyberpunk, que a su vez fue adaptada al anime, siendo uno de los largometrajes de animación más importantes de la historia, dirigida por Mamoru Oshii… pues como que no me hizo mucha gracia.
Y no es que me enfadase porque “Hollywood iba a profanar una obra más” sino porque estaba convencido de que el corazón de Ghost in the Shell, ese que habla sobre la identidad de uno mismo, el alma, la conciencia, y que se plantea cuestiones que van más allá de sus propios personajes se iba a quedar fuera, pues a Hollywood lo único que le puede interesar de una obra de este calibre es un impactante universo Cyberpunk.
Y aunque al final solo he tenido razón a medias, y esta Ghost in the Shell ha resultado ser algo más de lo que me esperaba, sigue sin hacerle sombra a ninguna de las adaptaciones del manga original de Masamune Shirow.
Pero vamos por partes…
Como casi todos ya sabéis, Ghost in the Shell nos cuenta las peripecias de la mayor Motoko Kusanagi, un cerebro humano alojado en un cuerpo cibernético al servicio de la Sección 9, un equipo independiente del gobierno que lucha contra el cyberterrorismo. Todo esto ambientado en un distópico Tokyo cyberpunk.
La premisa empieza de manera muy similar a como lo hacía el manga original, y a grandes rasgos esta adaptación de imagen real de Ghost in the Shell intenta seguir los pasos de la versión de animación, dirigida por el gran Mamoru Oshii allá por 1995, y que es uno de los referentes del género.
Sin embargo, su director Rupert Sanders, ha decidido quitarse de encima y de un plumazo prácticamente toda la carga filosófica y de paso todos esos toques de thriller que hicieron grande a la obra original, quedándose únicamente con la carcasa y, paradójicamente, perdiendo el alma por el camino.
Ghost in the Shell como película es casi la materialización de sus premisas filosóficas, una carcasa preciosa que se ha visto desprovista de su alma y de su personalidad, conservando, solo en apariencia, retazos de aquello que un día la hizo ser una obra referente, inspiración de The Matrix y de muchas otras grandes obras posteriores.
Tampoco ha estado desprovista de polémica la decisión de poner a actores occidentales (Michael Pitt, Juliette Binoche, Pilou Asbaek…) a hacer papeles que requerían la presencia de profesionales orientales (por lo menos tenemos al gran Takeshi Kitano), y aunque una vez pasado el shock inicial hay que reconocer que a Scarlett Johansson le sienta bien el papel de Kusanagi, al final queda en evidencia que Ghost in the Shell no es lo que debería haber sido por una razón tan simple como la de no querer correr riesgos.
El miedo a hacer de Ghost in the Shell la obra inteligente, difícil, seria y dramática que es en su origen, es lo que la ha convertido en una cinta del montón, otro producto más de usar y tirar que si bien no tiene defectos importantes, ha sido desprovista también de todo aquello por lo que podría haber sido recordada.
Finalmente, en su afán por no disgustar, hay que decir que pese a la terrible sustracción de elementos interesantes, Ghost in the Shell resulta un film interesante y muy respetuoso con sus orígenes. Hay algunas escenas que son muy fáciles de reconocer de la película de animación de 1995 y que funcionan muy bien como homenaje. Si bien finalmente el argumento no es exactamente el mismo que el del film de Mamoru Oshii, sí que tiene bastantes puntos en común como para resultar muy familiar a los fans.
Esta película de #GhostInTheShell prescinde de la filosofía que hizo grande a su obra original Clic para tuitearGhost in the Shell es un film que entra por los ojos, y es que si algo hace bien es introducirnos en un universo rico en detalles y del que uno se queda con ganas de saber más. Tampoco es excesivamente ambiciosa en cuanto a su historia y quizá es por eso por lo que finalmente funciona bien como entretenimiento.
Como ya es costumbre, Hollywood nos presenta un producto excesivamente descafeinado, una mala fotocopia en blanco y negro de la que solo nos queda la esencia, que no es para nada mala si lo que quieres es pasar un rato entretenido, pero que se siente erróneo, como jugar al frisbee con un libro de Shakespeare: divertido de la manera incorrecta.
NOTA GLOBAL
8.00
Ya aprendí todo lo que necesitaba viendo Pacific Rim, para la que Guillermo del Toro citó como referente imprescindible a Evangelion. Pasaré de otra cinta totalmente prescindible.