Existe la leyenda en Japón de que las almas de los niños no natos o muertos prematuramente deben penar en una especie de purgatorio (llamado río Sanzu) hasta que acumulen buenas acciones que les permitan ir al otro lado del cauce. Desde la perspectiva japonesa, los bebés, aunque sea sin querer, han causado un gran pesar a sus padres y necesitan la compasión de Buda para cruzar el río.
Todo muy crudo, ya os lo digo. Suena como a tormento de Prometeo, porque los niños rezan formando montoncitos de piedra y los demonios por la noche destrozan las esculturas o torres. No obstante, si Prometeo tuvo a su Heracles, los bebés tienen a Jizo, un boddhisattva (deidad compasiva de los caminos) que protege tanto a los niños como a las madres embarazadas (ya de paso, que más vale prevenir que curar), tanto ayudándoles a cruzar el río como consolándoles.
Así pues, las estatuas que encuentras en templos, caminos y por supuesto cementerios no son las de bebés, error muy común porque muchas de estas figuras son pequeñitas, sino del mismo Jizo. A estas estatuas se les pone gorritos y baberos, generalmente tejidos a mano y, en muchos casos, pequeños juguetes (como los que veis en las fotos adjuntadas justo abajo, Kamakura, Templo Jochiji), monedas con las que realizan sus ruegos, o incluso montoncitos de piedra…como haciendo trampa. Todo para aliviar la pena y ayudar a sus hijos a alcanzar la felicidad.
Nuestra experiencia en Japón, dado que conocíamos la historia, fue muy impactante. En algunos templos de Kamakura vimos alguna estatua de jizos (que siempre te quedas muy circunspecto cuando pasa) pero fue en el Templo Zojoji de Tokyo (distrito de Shiba, justo delante de la Tokyo Tower) donde vivimos la experiencia más impactante. Por supuesto, es una de las visitas obligadas en Tokyo, pero no teníamos ni idea de la magnitud del cementerio de Zojoji que, desbordado, tiene que hacer uso del bosque que tiene justo detrás para abarcar tantas figuras. Aquí, muchas de esas figuras están acompañadas de flores y molinillos de viento de juguete. (ver galería anexada, Tokyo, Templo Zojoji)
No deja de ser notable la cantidad de bebés que mueren en Japón. Es cierto que es un país densamente poblado, pero se hace extraño la cantidad tan grande de embarazos no llevados a su consecución o de infantes muertos. Pensábamos que sería cosa de que los jizos se van acumulando con el tiempo, pero hablamos con un jardinero y nos contó que muchos son muy recientes. Pese a la triste historia que hay detrás, os recomiendo pararos a verlos. Es muy emocionante visitarlo y, aunque se te quede un nudo en la garganta, el espectáculo es de gran belleza.
Nikko: Templo Rinnoji
Kamakura: Templo Hase-Dera
Tokyo, Asakusa: Templo Sensoji
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