Al grito de ¡Estafa, estafa! se terminaba de mascar la tragedia de la Comicon de Málaga, posiblemente, el evento del año más esperado por todos los frikis a nivel internacional y que ya podemos considerar el peor organizado de lo que va de siglo. Absolutamente vergonzoso para un país como España en el que todas las semanas (os lo digo yo, que llevo 13 años cubriendo eventos y colgándolos en el Calendario de esta web) hay eventos frikis, otakus y gamers. La Comicon tenía que ser el premio por nuestra devoción y entrega, el reconocimiento internacional de que aquí se hacen las cosas bien y, sin embargo, se convirtió en una pesadilla para todos los asistentes, los que pudieron entrar… y los que se quedaron fuera.
Porque el volumen de gente fue tan alto y la organización tan pésima que uno no sabe decantarse por qué fue peor, si conseguir entrar para descubrir que tenías que seguir haciendo colas para cada actividad, hacinado, agobiado, o quedarte fuera al inmisericorde sol, falto de información y de agua.
Y si hay algo peor que un evento de estas características y magnitud mal organizado es el empeño de las autoridades responsables por enmascararlo de éxito, mientras afirman que las quejas son detalles menores. Quejas que, llegado determinado momento, dejaron sin tinta el sello para firmar en la mesa de reclamaciones, no digo más, pero que la organización siguió tildando de asuntos menores. Y, por si fuera poco, tuvieron la desfachatez de anunciar que la Comicon, gracias a esta edición, había contratado dos años más el espacio, como si no supiésemos todo el mundo que, desde el principio, la Comicon Málaga estaba firmada para tres años.
Creo que, a estas alturas, todos habréis visto vídeos espontáneos y crónicas de profesionales narrando en directo o diferido cómo transcurrió el evento. Para quien no lo conozca o crea que ha tenido acceso a información sesgada, me detengo unos instantes en diferentes aspectos que contribuyeron a calificar a la Comicon de DESASTRE, antes de continuar con la raíz del problema.
Control y seguridad.
Te podías colar en el recinto debido a grietas de seguridad. Las entradas resultaron no ser nominales, las fotos con los famosos que podías hacerte por 90€ fueron repartidas por amiguismo y no había manera de conseguir una; los códigos QR no eran escaneados provocando que ni con reserva pudieras entrar en una sala. Adivinar qué pasó cuando el domingo los asistentes descubrieron que incluso habiendo reservado para ver a Arnold Schwarzenegger no les dejaban entrar.

¿Recordáis esos 250 funkos que iban a regalar a los primeros que entraran cada día? Pues a la organización no se le ocurrió hacer una cola ordenada para recogerlos, sino que aquello fue una estampida de personas corriendo, atropellándose, cayéndose, de forma incontrolada y peligrosa, en pos de conseguir un funko. Por supuesto, durante estos días estamos encontrando muchos en Wallapop, pero tampoco puedo reprochárselo porque habrá que recuperar el dinero (ya que no el tiempo, la dignidad, la ilusión…) invertidos en ese viaje.
Y las carencias en seguridad seguían, con detalles (si es que se le puede llamar detalle a que alguien vaya armado) como un policía fuera de servicio que acudió al evento con el arma reglamentaria y sólo se dieron cuenta cuando ya llevaba mucho rato dentro del recinto. Al lado de eso, poner charlas al aire libre sin toldos (sí, en Málaga) parece una simple anécdota triste en la que rememorar cómo se refugiaba todo el mundo donde podía, aunque no pudieran ver ni oír lo que acontecía en el escenario.
Gestión y Precios
Sí, parece que ambas cosas van de la mano. Cuando no dejan entrar a gente en las charlas porque dicen que está lleno, pero luego ves documentos audiovisuales de los que sí entraron que demuestran que las salas estaban vacías… bueno, suena a mala gestión y a querer embolsarse nuestro dinero para nada.
Si un código QR de traducción simultánea no funciona, no esperas que haya pasado media charla para solucionarlo. Si ves que el agua se está acabando, no esperas a que no haya para ir a buscar más. Si tu película de Toy Story (sí, esa fue la genialidad que mostró Pixar para conmemorar los 30 años de la película) falla en pantalla, no ofreces como solución una mini pantalla para seguir viéndola. Todavía estoy tratando de dilucidar si me parece más tomadura de pelo eso o que la exposición de Marvel fueran refritos que tardabas dos minutos en ver.
Lo que sí podíamos esperar es que la gastronomía fuera del peor nivel y a los precios más desorbitados. ¿Para qué ofrecer comida regional o comida temática? Perritos calientes a 15€ y hamburguesas a 1750€. Riégalo todo con un café de máquina a 3,15€. Por detalles como estos la peineta de Alex de la Iglesia a los asistentes que se quejaron duele más.

Conclusiones
Suelo hacer memorias de los eventos bastante alegres. Me puede la ilusión, los problemas se difuminan cuando entro en un pabellón… pero esta vez no. No hay excusa para la mala gestión, el desastre de organización, las mordidas que (seguro) fueron al bolsillo de más de uno, el afán de ganar dinero y notoriedad que obnubiló las mentes de la organización, incapaz de entender que entre frikis nos entendemos mejor (el dinero, siempre el P. dinero).
Como se suele decir, dejad al friki que haga sus cosas de friki. Esta era una organización muy especial y requería de gente experimentada en eventos de personas que no van a echar un rato, sino que van a una feria y se quedan todo el día en ella. A gente que no pasea, participa, a gente de todas las edades, culturas y bolsillos que van a celebrar el ocio friki.
No dejéis que os tomen el pelo por ser fans de algo. Denunciad, llevad a consumo vuestras quejas. Pensároslo muy bien si acudís el año que viene. Que todavía nos mereceremos la peineta de Alex de la Iglesia por idiotas. Esto se veía venir. Era una crónica de una cola (muy muy larga, infinita, de esas que dan la vuelta a la manzana) anunciada.