LAS GUERRERAS K-POP: homenaje, crítica y entretenimiento.

Me he pasado las últimas semanas escuchando sin parar la banda sonora de Las Guerreras Kpop (K-Pop Demon Hunters, 2025). Me flipa Golden, Takedown, Free y, por supuesto, Your Idol. Hay una verdad absoluta en el mundo de la animación para todos los públicos y es que las canciones de los antagonistas (“de los malos”) son las más molonas.

Pero canciones aparte, Las Guerreras K-pop, película que visioné simple y llanamente porque Netflix me la lanzó a la cara un día de sobremesa, es de lo más refrescante que he visionado últimamente. Una comedia de acción sobre Rumi (Arden Cho / Ejae), Mira (May Hong / Audrey Nuna) y Zoey (Ji-Young Yoo / Rei Ami), un trío de idols de género k-pop que, en secreto, lucha contra demonios.

Y, cuando te has preparado para una película sencilla, divertida, sin pretensiones, te encuentras, por un lado, un guion sólido con giros argumentales, plowtwists, personajes profundos y, por otro, una crítica a la industria musical del k-pop (y, por extensión, del j-pop) en la que se aborda temas que giran todos en torno a la presión para alcanzar la perfección a la que se ven sometidos los futuros idols, tanto masculinos como femeninos.

Su primer acierto: Las Guerreras K-pop enganchan desde el primer momento.

Nada mejor que una primera puesta en escena vibrante. Al más puro estilo de las películas de acción de Hollywood, Las Guerreras K-pop nos ofrece una primera pelea en la que usan su música y habilidades de baile para entrar en comunión unas con otras y luchar y sellar a los demonios, los cuáles se alimentan de las inseguridades humanas. Estas coreografías de pelea se inspiran directamente en los vídeos musicales de K-pop y, por supuesto, en el anime. Los combates están diseñados como si de bailes coreografiados se tratase, con acrobacias y movimientos muy fluidos sincronizados con la música.

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Imágenes divertidas de forma continua.

 

No obstante, no es el único secreto que esconde esta animación que hace tan atractivos los combates, los bailes y la acción en general. Aunque la película es una animación 3D, usa elementos 2D como esos divertidos efectos de salpicaduras, partículas y smear frames… no pude evitar sentirme como si estuviera visionando animación tradicional. También encontramos una velocidad de fotogramas variable. El efecto es bastante chulo porque, como toda la acción ocurre en la ciudad, al igual que hicieron con Spider-Man: Un nuevo universo, puedes enfatizar ciertos movimientos o añadir dramatismo a escenas, variando la velocidad de los fotogramas. De veras que me sorprendió ese resultado visual tan atractivo y estilizado. Y cuando ya pensabas que no sacabas más chicha de la animación, (para qué lo necesitaba una película de animación para todos los públicos, ¿verdad?) pues observas que han incluido Go Motion digital para imitar las imperfecciones del Stop-Motion y así darle un aspecto más artesanal.

Todo esto para los frikis, porque cuando estás sentada en el sofá, con el helado derritiéndose en la tarrina, sólo puedes sonreír como una tonta cuando ves que los directores de Las Guerreras K-pop han querido hacerte sentir dentro de un concierto real a través de la iluminación, la fotografía editorial, los vídeos musicales insertados, los colores vibrantes y las tomas de cámara dinámicas. He estado en algunos conciertos en Japón y es una experiencia increíble, extraña, pero muy divertida.

Y ahora volvamos al tema de la identidad, la presión por la perfección y el poder de la música y la amistad como elemento redentor. Esto último parece muy habitual en las películas de animación, así que no ahondaré mucho en ello. Compañeros de trabajo que parecen familia es casi un ideal a alcanzar, pero entre que sería mucho spoiler de la película y que está muy sobadete, me centraré en un mundo que todavía es muy desconocido por la sociedad occidental: los grupos de K-pop (y sí, sí, los de J-pop por extensión, aunque en Japón tienen sus propios problemas).

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Un momento de la lucha de Huntrix contra los demonios, cada una con sus armas invocadas.

 

La industria del K-pop es una maquinaria de entretenimiento global, y muchas de sus críticas se centran en el lado oscuro de la búsqueda de la “perfección”.

No quiero convertir el análisis de una película tan divertida como refrescante en un ensayo aburrido sobre la toxicidad de la industria musical del género K-pop. Pero sí que considero que, si vais a verla o si queréis revisionarla, lo hagáis con algunos elementos en la cabeza para juzgarla.

Los futuros idols suelen firmar contratos muy restrictivos a edades muy tempranas y someterse durante años a entrenamientos muy rigurosos, ¡sin garantía de si debutarán!, y ese control sobre su persona abarca canto, baile, idiomas, imagen, cirugías, peso…. y vida personal. Sí, ¿sabéis que los idols no pueden tener pareja? Imágenes puras para ofrecer a sus fans. Fans que, a menudo, resultan bastante tóxicos por su exceso de devoción.

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De izquierda a derecha, los miembros de SajaBoys: Romance, Mystery, Jinu, Abby, Baby.

 

La presión psicológica por tener que ser perfectos, la intensa competencia, la vigilancia de las agencias y los fans suele llevar a estos chicos a tener problemas de salud física y mental. Y todo para carreras que suelen ser muy breves, de entre 7 y 10 años. La industria del K-pop tiene una alta tasa de rotación, ¿quién puede mantener esa imagen de pureza y juventud durante demasiado tiempo? Por algo existen en Corea del Sur lo que en la industria se conoce como “La Maldición de los 7 años” o “The 7-year curse”. Que conste que, en el caso de los hombres, el servicio militar de casi 2 años no ayuda a hacer despegar una carrera. Recordemos los casos de Forestella o BTS. Irónicamente, la cantautora y productora Kim Eun-Jae (Ejae), que fue rechazada como idol a los veintipocos años por ser demasiado mayor, es la que da voz a Remi.

Pero, al final, Las Guerreras K-pop está arrasando.

Pese a la realidad que se esconde detrás, una película es una película y Las Guerreras K-pop es genial. No sólo han conseguido acercar la cultura de Corea del Sur al público occidental, sino que consiguen emocionarnos con la historia de Rumi y sus amigos. Una historia de aceptación para obtener crecimiento personal, mientras homenajean al K-pop, crean una fantasía original y proporcionan mensajes positivos. Y todo mientras ofrecen una experiencia visual deslumbrante y divertida. No se le puede pedir más a una película de animación. Yo, desde luego, no lo hago.

Las Guerreras K-pop

8.7

NOTA

8.7/10

Destaca en:

  • Un guion que va hilando tramas de forma inteligente y divertida.
  • Unos personajes carismáticos y algo payasos.
  • Antagonistas atípicos.
  • Animación inmersiva y visualmente brutal.
  • Canciones pegadizas y coreografías a medida.

Podría mejorar:

  • No explora lo suficiente a muchos miembros ni de los Huntrix ni de los SajaBoys.
  • Hay diálogos poco inspirados, basados en frases clichés, lo cual resulta infantil, por un lado, y resta importancia a los temas serios que a veces trata.
  • No arriesga con su desenlace.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y la escritura, ha desarrollado su carrera en torno al mundo de la comunicación. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024), El Vendedor de Planetas (2024) y Camino a Ítaca (2025) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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