LA APRENDIZ: bullying entre magos

Hoy traigo para reseñar el segundo tomo de la saga “Crónicas del Mago Negro” del que ya vimos algo cuando hice una severa crítica con su primer tomo “El Gremio de los Magos“. Como resulta evidente, Sonea, la chica de las barriadas, ha ingresado en el Gremio como aprendiz de Lord Rothen (¿qué? ¿spoiler? ¿en serio? se llama “La aprendiz” (2002), no haber dado tantas pistas) y las cosas le van muy mal. Como era de esperar, ¿qué es una historia de huerfanitos sin un poco de bullyng? pues aquí tenemos un chaval, algo así como el Draco Malfoy de Sonea, llamado Regin y que, no se sabe por qué, se dedica a putear de mil maneras a Sonea, dando ganas a los lectores de que hablen con los padres del alumno y sugieran aquello de “una bofetada a tiempo quita mucha tontería”.

Y si en la primera parte incidí en que se ahondaba mucho en “Sonea huye, los magos la buscan”, en “La aprendiz” vuelve a ser algo parecido: los alumnos malos molestan, ella huye.  Y es igual de negativo abrir demasiados frentes como demasiado pocos. En “La aprendiz” la trama se vuelve más interesante y es debido en parte a haber aprendido de los errores respecto a esto. El mago Lord Dannyl ha sido destinado a Elyne como nuevo segundo embajador de Kyralia, y allí investigará, casi sin saberlo, los sucesos tan interesantes que se nos propusieron al final del libro “El Gremio de los Magos“. Este mago irá cobrando interés a medida que avanza la trama. No sólo por enriquecer al personaje y a todos los que le rodean con sus aventuras, sino por la inclusión de un enfoque homosexual muy interesante. Es valiente por parte de Trudi Canavan escribir como lo hace en este aspecto, y supongo que lo hace de esta manera porque en los tiempos que corren la única manera de que no te tachen de xenófobo es montar todo el percal en un mundo imaginario; pero aún así, me ha agradado ver que alguien se atrevía a implicarse con estos temas que suelen ser casi un tabú.

No puedo decir lo mismo de los personajes antiguos que siguen incorporados a la trama. Canavan no ha sabido incluirles con estilo y al final el colador se le ve a la legua, resultando su presencia casi innecesaria. No sucede así con los personajes nuevos, totalmente imprescindibles para que la trama avance. No obstante, aquel que espere que lo antiguo se fusione con lo nuevo para hacer la trama ligera, que espere sentado. Si hay un problema que tiene la autora, es que le cuesta entrar en materia, y ésta, cuando llega, pasa sólo de puntillas.

También seguimos encontrando en este libro nuevos conceptos mágicos que ayudan a la inmersión, no sólo de la lectura (ya insistí en que una de las grandes ventajas de esta novela era su fácil lectura) sino del mundo creado por Canavan. Es inevitable que la magia siga surgiendo, y algunas de las propuestas son razonables e incluso originales, mientras que otras parece que se sostienen por lo fácilmente acostumbrados que estamos hoy en día a leer sobre hechicería. La bola de magia me recuerda a “Soul Eater” de una manera apabullante, pero la parte de leer la mente evoluciona, separándose de las similitudes con el control mental casi-jedi, hasta ser uno de los mayores atractivos y problemas que se puede encontrar en los magos.

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Por supuesto, una de las partes más atrayentes de la trama tiene que ver con los propios sucesos que acontecen en el Gremio; ya no la parte de culebrón de instituto, con escarceos amorosos incluidos, sino la que tiene que ver con el Gran Lord Akkarin quién, con su pasado oscuro y sus misteriosas acciones, nos dejan entrever que la trama de “La aprendiz” es más rica, compleja e interesante que la de su predecesora. Y ello, en definitiva, es lo que vais a encontrar en “La aprendiz“. Una trama que, pese a sus evidentes fallos, consigue enganchar puesto que va mejorando exponencialmente hasta mostrar verdadera riqueza en su interior.

(6,5 / 10)