KILLZONE SHADOW FALL: Kinder sorpresa

Con la llegada de las consolas de nueva generación la gente siempre se divide en dos grupos: los que esperan una revolución desde el primer día como la que vimos en los tiempos del salto de los 16bits a los 32, y el grupo de los que son más sensatos y saben que los primeros juegos de la nueva generación no son más que juegos de la anterior con trajes bonitos y engalanados para el estreno.

Killzone Shadow Fall no es más que uno de esos viejos dinosaurios a los que tan acostumbrados nos tiene Ps3 o X360 pero con unas galas muy bonitas, y si bien es verdad que decepcionará estrepitosamente a los del primer grupo antes mencionado, también es cierto que este perro viejo puede sorprender a los del segundo grupo con algún truco nuevo.

Los que esperan del juego de guerrilla una revolución a todos los niveles se van a dar de bruces pues, salvo un lavado de cara, una base de FullHD, un rímel de antialiasing y un bonito colorete de displacement y static blur, Killzone sigue siendo la misma chica resultona de hace diez años; con alguna arruguita aquí y allá pero igual de agradable que siempre. Incluso podríamos decir que los años la han hecho más sabia, y ahí chicos, es donde radica su nuevo encanto.

Killzone Shadow Fall está cansado de los viejos trucos que le hicieron famoso de pasillo-script-pasillo made in Infinity Ward, y se inclina más por el shooter “new age” de Crysis, Far Cry 3 o Halo, dándonos libertad de decisión y enemigos que reaccionan a las situaciones de manera dinámica, no solo patos que asoman la cabeza.

Lo mejor de todo es que el salto de shooter anticuado a shooter abierto le da un toque que le sienta más que bien; la niña resultona se  ha convertido en una mujer inteligente con la que da gusto pasar el tiempo y creedme si os digo que la querréis por lo que es y no sólo por el físico.

No me malinterpretéis, Killzone Shadow Fall se sigue viendo de escándalo, no es una revolución, pero tiene algo que venimos demandando en los shooters más potentes: SUAVIDAD; el juego es tremendamente fluido. Vale que la campaña se mantiene a 30fps, pero son 30 totalmente estables, duros como rocas, que nos permiten jugar de manera fluida sin que nuestras retinas sufran con las escandalosas caídas de frames de los grandes shooters de la ya cascada y recientemente apodada antigua generación.

Sin más, sólo me queda pediros que le deis una oportunidad (si tenéis una PS4, que por estas fechas parece bastante complicada de conseguir) y que no seáis superficiales, pues Killzone es esa chica que tiene mucho más que ofrecer de lo que a primera vista aparenta.