SHINGEKI NO KYOJIN (Attack on Titan): el resurgir del anime

Todas las temporadas Japón nos sorprende (o no) con un buen surtido de series de anime dentro de su parrilla televisiva: algunas continuaciones, las habituales de siempre y un puñado de nuevas incorporaciones que tratan de captar la atención del aficionado medio.

Desde hace un buen puñado de años el anime de nuevo cuño se está centrando demasiado en contentar a un sector del público muy determinado, y ha dejado fuera de juego a los seguidores que buscamos una experiencia más visceral, con un argumento de calidad y que se tome en serio a sí misma.

No es que no me gusten los animes de chicos de instituto con poderes (tan sobados en el medio), es que no me gusta ningún anime que cae en el típico tópico, sin aportar nada de nada.

Puedo soportar, e incluso disfrutar, cualquier género de anime siempre que éste arriesgue y muestre cosas frescas, serias, y que no nos tome a todos por quinceañeros adolescentes con lesiones de muñeca por jugar demasiado con su recién descubierta sexualidad.

Un anime que toma en serio a sus espectadores

Esto nos lleva directamente al anime revelación de esta temporada: Shingeki no Kyojin (Attack on Titan, 2013), una serie que me ha cautivado porque, sin moverse de los estándares del Shonen, nos ofrece un argumento maduro y serio, sin olvidar la fantasía tan característica de la mayoría de los animes.

Shingeki no Kyojin juega con nosotros sirviéndose de todos los convencionalismos del anime. Sabe que nosotros, como aficionados, no esperamos que pasen determinadas cosas puesto que ¡estamos delante de un anime! y ahí es justo donde ataca, ofreciéndonos un espectáculo sangriento, extremadamente crudo y carente de remordimientos.

Preparaos a ver cómo personajes que creemos de gran relevancia argumental mueren de las maneras más atroces y sin ningún tipo de escena épica o sacrificio por el bien de nadie. Simplemente mueren de manera fría y cruel.  Tan cruel, que el mismo anime no vuelve a reparar jamás en ellos para no caer en el tópico de otros animes con flashbacks interminables del personaje fallecido en sus mejores momentos. Estás muerto, te jodes, habértelo pensado dos veces antes de ponerte delante de ese Titán.

La ¿poca? importancia de la vida

Además de un argumento de calidad y una factura visual intachable (hablamos del Estudio IG, responsable de obras maestras como Tengen Toppa Gurren Lagann), Shingeki no Kyojin nos propone que reflexionemos sobre la vida y la muerte, las clases sociales, la religión y un montón de temas que quedan a años luz del anime convencional.

Pero es en el primer punto donde despliega sus mejores galas.

El valor de la vida es un concepto tan real como fútil. La serie plantea su fragilidad y su cuantía desde todos los puntos de vista posible. Desde esta perspectiva, se trata de un enfoque muy novedoso. no es sólo que los personajes principales aprendan, evolucionen y mueran por entender su papel en el mundo y el valor de su propia vida (y de la de los demás) sino que, quizás por primera vez en un anime, el tema se trata en toda su plenitud. Con seriedad, y quizás, con demasiada crudeza, llegando a conseguir que nos estremezcamos en más de una ocasión.

No es sólo que recomiende que veáis Shingeki no Kyojin, es que si sois seguidores del anime DEBEIS verla. También si sois profanos en la animación japonesa os cautivará; sólo tenéis que darle una oportunidad a esta serie que, al menos en mi caso, ha hecho que recupere la fe en la animación japonesa contemporánea y espere con ilusión su segunda temporada.

(8,5 / 10)