EL SEÑOR DE LAS MOSCAS: ¿cómo empieza a degradarse el hombre?

 

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Tal y como anuncié hace un par de meses, volvemos con la temática “chico joven muere en isla” con El señor de las moscas (1954), una pequeña joya de gran profundidad psicológica en la que se ahonda en lo peor del ser humano, basada en La isla de coral (1857).

Un numeroso grupo de chicos, de entre 6 y 12 años, naufragan en una isla y se ven obligados a establecer una serie de normas con vistas a organizar la convivencia e intentar que les rescaten. A medida que pasa el tiempo los instintos más primitivos de todos ellos van pudiendo con el raciocinio, sucediéndose situaciones moralmente reprobables.

En su momento encontramos muchas similitudes con libros más modernos. Por hacer una rápida comparativa, resumiendo lo que ya hablamos en otros artículos, Battle Royale es más crudo y directo, Los juegos del hambre es más sensiblero y espectacular y, al igual que el manga Dragon Head, El señor de las moscas es sencillamente más perturbador, pesimista y sutil.

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El autor, en uno de esos
parajes suyos tan inspiradores

William Golding ahonda en la psicología de todos los personajes con una narrativa intachable, haciendo una comparativa tal con la condición humana en general que simplemente pone los pelos como escarpias. No hace falta ser un genio para darse cuenta de los cambios que se van operando en los chicos; en ese sentido la narrativa no deja lugar a dudas, no hay tanto uso de la metáfora como para tener que ir pensando, ¿qué querrá decir aquí? Sencillamente nos encontramos con unos niños, obligados a ser adultos, que se dan cuenta de que crecer no es tan fácil como se podría pensar. Algunos de ellos, los más mayores, son conscientes de que sin normas acabará imperando la anarquía y la ley del más fuerte, y se describe de manera tan gráfica que para nosotros, mudos espectadores, se nos hace una lectura muy tensa. El lector espera siempre el detonante que acabará por destruir el frágil equilibrio de la coexistencia pacífica.

Resulta más inquietante de lo que cualquiera podría pensar porque se trata de niños. Es muy duro ver cómo los pequeños intentan ser maduros y pensar: ¿qué habrían hecho los adultos en nuestro caso?, cuando lo que realmente importa es que las decisiones que ellos tomen (los adultos no tienen porqué haberlas tomado mejor) les llevarán a mantener el orden o, incluso, a perder la vida. A medida que van aflorando las verdaderas personalidades de todos vas entendiendo que dentro de todos ellos, la bestia que es todo lo malo que somos, está pugnando por salir. 

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En cabecera está la edición que
yo me leí, pero tenéis otras, con
portadas mucho más esclarecedoras

Otro de los aspectos en los que te hace pensar es en la represión que provoca la educación. Todos responden al principio a los estímulos que conocen, a las normas que les hacen no tener que pensar. Cuando esas normas dejan de poder aplicarse la mayoría se sienten perdidos, y eso acaba degenerando en el caos. Encontrar el punto de equilibrio es uno de los objetivos que toda persona debería de tener en su vida pues realmente no conozco a nadie que prefiera vivir sin libertad pero, ¿estarías dispuesto a acatar unas normas justas y a auto-imponerte un castigo en caso de incumplirlas?

Por último, una de las cosas por las que vale la pena leerse el libro es por la explicación, totalmente plausible, del origen de la particular religión que practican en la isla. A medida que van volviéndose salvajes los niños son más sádicos, más primitivos, y como tal, acaban convirtiéndose en seres supersticiosos con tabús, dioses a los que adorar y demonios a los que temer. El autor resulta brillante en su explicación del origen de estas nuevas costumbres que, observadas por un punto de vista ajeno, resultarían incomprensibles y absurdas. Por mi parte, intentaré resumir la fábula que representa El señor de las moscas con un experimento científico: en una jaula con monos, introducen un racimo de plátanos en la parte de arriba de una escalera. Cada vez que un mono intentaba trepar y cogerlos, todos recibían una ducha fría. Sacando un mono e introduciendo otro, el nuevo intenta subir por la escalera para coger los plátanos. El resto de los monos lo evitan dándole una paliza. Él no entiende porqué pero cada vez que un mono viejo sale, y uno nuevo entra, él participa en la ritual paliza para evitar que se cojan los plátanos. Al final, todos los monos son sustituidos por otros que ignoran porqué no se puede subir por la escalera…pero ni siquiera se lo plantean. Las acciones colectivas y el ritual son más importantes que la lógica y la razón.

Crudo, pesimista, muy ameno, y totalmente necesario en nuestra biblioteca. Ahora, estáis listos para leer el libro. Adelante.

Nota: 8.5 out of 10 stars (8,5 / 10)

 

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II

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5 Comentarios

  1. magnífico el ejemplo que has puesto de los monos y los plátanos. Desconozco si es real, o producto de tu imaginación, pero eso da igual. Es espeluznante. Y recuerda peligrosamente algunos mitos de la Biblia: el árbol del bien y del mal, el diluvio, Sodoma, la estatua de sal…
    En cuanto al libro, lo leí hace años y me impresionó. Creo recordar que incluso hice anotaciones.
    Una crítica estupenda.
    Gracias.
    Un saludo.

    • Gracias por tu comentario Fernando, espero que te siga gustando nuestro blog. El ejemplo que pongo es un experimento real que se hizo hace unos 15 años, y al final te haces la misma reflexión que se hizo Albert Einstein sobre por qué hacemos lo que hacemos: Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio

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